martes, 5 de mayo de 2020


PORTENTOS O UNA FE SENCILLA

Allá por febrero de 1992 oí el impactante testimonio del reverendo José Satirio Dos Santos, de cómo él siendo un joven pastor de 27 años en Brasil, fue llamado por el Señor para empezar una obra en Colombia.

Su respuesta a este llamado supuso abandonar aquella obra estable y segura a la cual estaba dedicado para iniciar una penosa travesía a través de la selva amazónica, acompañado solamente por su esposa y sus tres pequeños hijos y enfrentando todo tipo de incomodidades, molestias y peligros potenciales, con tal de llegar al lugar que su Señor le había preparado.

Pastor José Satirio Dos Santos
Hay una parte de su testimonio en la que cuenta que recién llegado a Colombia le fue negada la entrada al país; esa noticia le devastó, pero a la vez pudo escuchar la voz del Señor diciéndole: NO TEMAS, TODO ESTA EN MIS MANOS. Estas palabras que estremecerían a cualquiera, no fueron atendidas por el heraldo de Cristo y sumido en la frustración, la duda y la desesperación se retira a orar. Después de10 horas de agónica oración le dijo al Señor «¡mátame! Pero no quiero regresar a Brasil porque allá dije que tú me habías llamado para venir a Colombia»

A eso de la medianoche, físicamente adolorido y aun pensando en morir, se dirige a su cama para dormir, de repente la puerta de su dormitorio se abre y un personaje se dirige hacia él y se sienta a la orilla de su cama, lo ve, le sonríe y le dice: «JOSE, NO TEMAS PORQUE YO ESTOY CONTIGO, DESCANSA Y CUANDO AMANEZCA VETE A CÚCUTA Y ALLÍ COMIENZAS MI OBRA».

Ese fue el punto de partida de un ministerio exitoso, prolífico y bendecido en la ciudad de Cúcuta. Ese encuentro de Dos Santos con el Resucitado impactó a muchos, de manera tal que el pastor José Satirio era invitado frecuentemente para que contara su historia en muchos lugares. Seguro que para muchos, esa experiencia era señal inequívoca de la singularidad de la piedad, la fe y la profunda espiritualidad del siervo de Dios.   

Algún tiempo después, él cuenta de cómo el Señor le tuvo que recordar para vergüenza suya que si se le apareció de una forma tan maravillosa fue por una razón: que las palabras: «NO TEMAS, TODO ESTA EN MIS MANOS» no fueron suficientes para él. Y fue así como el pastor Dos Santos comprendió que aquella experiencia que tanto admiraban los demás, no fue otra cosa que un esfuerzo adicional del Señor para persuadirle a algo tan sencillo como lo es creer.

Esto me recuerda el fuego que descendió del cielo como respuesta a la oración de Elías en el Monte Carmelo ¡Qué impresionante el poder de Dios! Pero si lo pensamos bien por un momento, concluiremos que dicho fuego no hubiera sido necesario si tan solo Israel se hubiera mantenido fiel a Dios y será hasta entonces cuando nuestro asombro se convertirá en tristeza.

No siempre la vida de obediencia estará caracterizada por lo portentoso o extraordinario.