sábado, 13 de octubre de 2018

GENEALOGÍA HISTÓRICAMENTE IMPRECISA Y GEMATRÍA

«De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce». (Mateo 1:17) 

Si a alguien le preguntaran ¿es verdad la afirmación de Mateo que dice que hay catorce generaciones de Abraham a David y de David a la deportación babilónica? Y ese alguien responde con un categórico NO ¿qué diríamos nosotros? ¿Le acusaríamos de hereje o blasfemo por atreverse a cuestionar los datos bíblicos y por ende la inspiración de dicho pasaje? A lo mejor sí, sobre todo porque como evangélicos no nos caracterizamos por estudiar concienzudamente la Biblia y por emitir juicios apresurados y mordaces contra cualquiera que diga algo que no entendemos. 

Pero bien, volviendo a nuestro personaje anónimo, si él dijera: «no, no es cierta la afirmación de Mateo en cuanto al número de generaciones», a mí no me quedaría otra opción que darle la razón, ya que es correcto, no hay catorce generaciones entre Abraham y David y entre él y la deportación a Babilonia ¿Miente entonces el escritor bíblico? No, claro que no ¿entonces no es inspirado dicho texto porque no tiene la precisión histórica que debe tener todo texto inspirado de la Biblia? Una vez más no ¿cómo resolver este dilema entonces? Simple, la intención de Mateo no es darnos una genealogía de Jesús exacta y precisa, sino que su intención es mostrar como Jesús es el único y autentico rey y Mesías de Israel y para lograr su objetivo usa la gematría. 

Alefato hebreo 

En nuestro idioma usamos ciertos signos para representar los números (1, 2, 3) y usamos otros para representar a las letras (a, b, c). En el idioma hebreo es diferente ya que los números y las letras son representados por los mismos caracteres, es decir al número 1 corresponde la letra “A” al 2 la letra “B” al 3 la letra “C” y así sucesivamente. 

El nombre de David el rey más grande de Israel, tiene al CATORCE como número gemátrico y se forma así: 

La letra “D” (Dálet ד en hebreo) equivale al número 4.

La letra “V” (Vav  ו) equivale al número 6.

Y se repite la “D” que ya dijimos que equivale a cuatro. 

Ahora ya tenemos tres números (4, 6 y 4) que corresponden a las vocales (D, V, D) del nombre David y si sumamos esos tres números nos da un total de 14 (4 + 6 + 4 = 14) Notamos entonces que 14 es el número gemátrico del rey David y es por eso que Mateo, adrede nos presenta a todos los ascendientes de Jesús agrupados en tres grupos de catorce generaciones cada uno con el fin de demostrar que Jesús es el rey prometido a David y el verdadero Mesías de Dios ¿Sabía Mateo que estaba omitiendo generaciones? Claro que sí, lo sabía perfectamente, pero como su propósito no era hacer una reconstrucción genealógica precisa no tiene ningún inconveniente en hacer dichas omisiones. Recordemos además que el Evangelio según Mateo iba dirigido a judíos que entendían bien esto de los números gemátricos. 

He leído sendos escritos de enemigos de nuestra fe poniendo en tela de duda la inspiración de las Escrituras arguyendo que estos “errores” y omisiones en la genealogía de Jesús le restan credibilidad al texto sagrado. Lo que no saben estos “sabios” es que son unos ignorantes que desconocen totalmente estas formas ingeniosas que usaron los escritores sagrados con el fin presentar verdades teológicas. 

¡INSISTO! Debemos tener en cuenta los géneros literarios y los diferentes sentidos en que nos es transmitida la verdad eterna, sino lo tomamos en cuenta, haremos que el texto bíblico diga más de lo que está diciendo en realidad. 

viernes, 12 de octubre de 2018


INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA Y CIENCIA

Galileo Galilei (1564 – 1642 d.C.) fue un astrónomo, filósofo y matemático italiano cuya vida se caracterizó por el constante enfrentamiento entre sus descubrimientos revolucionarios y la “verdad” oficial de la iglesia que castigaba con severidad toda desviación de la ortodoxia.

Las afirmaciones científicas de Galileo aparecieron en un momento histórico muy difícil, ya que la iglesia oficial se había radicalizado en su lucha contra la Reforma protestante iniciada por Lutero en 1517 y también a causa de las disposiciones adoptadas por el Concilio de Trento (1545 – 1563).

Proceso emprendido contra Galileo Galilei por la iglesia católica en 1633
El 21 de diciembre de 1614, en la iglesia florentina de Santa María Novella, Tommaso Caccini quien pertenecía a la orden de los dominicos (Domini Canes, «Los perros del Señor») arremetió duramente en contra de Galileo y sus seguidores. En su arenga, Caccini afirmó que la matemática era un «arte diabólica» que llevaba a conclusiones absurdas y que contradecía afirmaciones bíblicas. Qué afirmaciones? Una de ellas era que el Sol giraba alrededor de la tierra y la prueba fehaciente era este texto:

«Entonces Josué habló al Señor el día en que el Señor entregó a los amorreos delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de Israel: Sol, detente en Gabaón, y tú luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo, y la luna se paró...» (Josué 10:12, 13 a)

¿Qué más prueba se necesitaba? La mismísima Biblia apoyaba el geocentrismo de Aristóteles (s. IV a.C.) y de Ptolomeo (100 - 170 d.C.). El texto bíblico confirmaba que la tierra estaba quieta en el centro del universo y que el Sol y las estrellas giraban alrededor de ella. La Biblia daba el mentís a las desviaciones heliocéntricas de Galileo.

La Luna, la Tierra y el Sol
Ya pasaron 400 años y ahora nos podemos preguntar con libertad ¿Quién tenía la razón? ¿Galileo o la iglesia con su interpretación del texto en cuestión? La respuesta la tenemos todos nosotros. Los hechos de la ciencia que esgrimió Galileo vencieron no a la Biblia, sino a la creencia de la iglesia que sostenía que ese texto contenía afirmaciones científicas.

La Biblia es la Palabra inspirada de Dios y en ella hallamos muchas afirmaciones impresionantes, cuya precisión y fidelidad son confirmadas por la Historia, la Arqueología, la Oceanografía, la Geología, etc. Pero ¡cuidado! Debemos admitir que hay relatos en la Biblia cuyo valor es eminentemente teológico ¿Ha errado la Biblia cuando no coincide con algunos hechos científicos irrefutables? ¡No! Sus autores no erraron, erraron los que le dieron a ciertos pasajes bíblicos un significado y un alcance que van más allá del que le dieron sus autores inspirados.

Recordemos que los escritores bíblicos eran teólogos, no antropólogos, geólogos, fitólogos, historiadores modernos o astrónomos. Si no tenemos en cuenta esto, continuaremos peleando innecesariamente contra ciertos hechos de la ciencia con la misma radicalidad canina de los dominicos en contra de Galileo en el siglo XVII.

Exigir inerrancia científica e histórica a la totalidad del texto sagrado es un error lógico que surge de una concepción imprecisa y errada de la doctrina bíblica de la Inspiración de las Escrituras. 

No es lo mismo contradecir la doctrina de la inspiración de la Biblia (Dios nos libre) que contradecir la manera en que ésta es concebida y enseñada por los hombres.