INSPIRACIÓN
DE LA BIBLIA Y CIENCIA
Galileo
Galilei (1564 – 1642 d.C.) fue un astrónomo, filósofo y matemático italiano
cuya vida se caracterizó por el constante enfrentamiento entre sus
descubrimientos revolucionarios y la “verdad” oficial de la iglesia que
castigaba con severidad toda desviación de la ortodoxia.
Las
afirmaciones científicas de Galileo aparecieron en un momento histórico muy
difícil, ya que la iglesia oficial se había radicalizado en su lucha contra la
Reforma protestante iniciada por Lutero en 1517 y también a causa de las
disposiciones adoptadas por el Concilio de Trento (1545 – 1563).
Proceso emprendido contra Galileo Galilei por la iglesia católica en 1633 |
El
21 de diciembre de 1614, en la iglesia florentina de Santa María Novella,
Tommaso Caccini quien pertenecía a la orden de los dominicos (Domini Canes,
«Los perros del Señor») arremetió duramente en contra de Galileo y sus
seguidores. En su arenga, Caccini afirmó que la matemática era un «arte
diabólica» que llevaba a conclusiones absurdas y que contradecía afirmaciones
bíblicas. Qué afirmaciones? Una de ellas era que el Sol giraba alrededor de la
tierra y la prueba fehaciente era este texto:
«Entonces Josué habló al Señor el día en que
el Señor entregó a los amorreos delante de los hijos de Israel, y dijo en
presencia de Israel: Sol, detente en Gabaón, y tú luna, en el valle de Ajalón.
Y el sol se detuvo, y la luna se paró...» (Josué 10:12, 13 a)
¿Qué
más prueba se necesitaba? La mismísima Biblia apoyaba el geocentrismo de
Aristóteles (s. IV a.C.) y de Ptolomeo (100 - 170 d.C.). El texto bíblico
confirmaba que la tierra estaba quieta en el centro del universo y que el Sol y
las estrellas giraban alrededor de ella. La Biblia daba el mentís a las
desviaciones heliocéntricas de Galileo.
La Luna, la Tierra y el Sol |
Ya
pasaron 400 años y ahora nos podemos preguntar con libertad ¿Quién tenía la
razón? ¿Galileo o la iglesia con su interpretación del texto en cuestión? La
respuesta la tenemos todos nosotros. Los hechos de la ciencia que esgrimió
Galileo vencieron no a la Biblia, sino a la creencia de la iglesia que sostenía
que ese texto contenía afirmaciones científicas.
La
Biblia es la Palabra inspirada de Dios y en ella hallamos muchas afirmaciones
impresionantes, cuya precisión y fidelidad son confirmadas por la Historia, la
Arqueología, la Oceanografía, la Geología, etc. Pero ¡cuidado! Debemos admitir
que hay relatos en la Biblia cuyo valor es eminentemente teológico ¿Ha errado
la Biblia cuando no coincide con algunos hechos científicos irrefutables? ¡No!
Sus autores no erraron, erraron los que le dieron a ciertos pasajes bíblicos un
significado y un alcance que van más allá del que le dieron sus autores
inspirados.
Recordemos
que los escritores bíblicos eran teólogos, no antropólogos, geólogos,
fitólogos, historiadores modernos o astrónomos. Si no tenemos en cuenta esto,
continuaremos peleando innecesariamente contra ciertos hechos de la ciencia con
la misma radicalidad canina de los dominicos en contra de Galileo en el siglo
XVII.
Exigir
inerrancia científica e histórica a la totalidad del texto sagrado es un error
lógico que surge de una concepción imprecisa y errada de la doctrina bíblica de
la Inspiración de las Escrituras.
No es lo mismo contradecir la doctrina de la
inspiración de la Biblia (Dios nos libre) que contradecir la manera en que ésta
es concebida y enseñada por los hombres.
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