domingo, 20 de mayo de 2018

ISRAEL, EXILIO Y RETORNO A LA TIERRA
(Segunda parte)

ANTECEDENTE VETEROTESTAMENTARIO El ejemplo más claro de lo que hemos venido hablando lo encontramos en el exilio babilónico, que fue, como dijeron los profetas a causa del pecado de Judá (2 Reyes 25:8-21; 2 Crónicas 36: 11-21; Jeremías 39:8-10; 52:12-30). Fueron 70 años de cautiverio (Jeremías 25:11; Daniel 9:1,2) que tuvieron su fin con el decreto del rey Ciro de Persia (2 Crónicas 36:22, 23; Esdras 1:1-4; 5:13) a quien YHVH llama «mi Mesías» en el Deutero Isaías (45:1). A partir de ese decreto la nación hebrea empezaría un proceso paulatino de restauración en el que participaron grandes hombre de Dios como Sesbasar, Zorobabel, Josué, Esdras, Nehemías y los profetas Hageo y Zacarías. Ese retorno de judíos a su tierra fue una acción divina que operó en el gran Ciro para que éste permitiera que ellos regresaran a la tierra de sus antepasados, pero dicha operación fue posible ya que en la nación se había operado una profunda conversión que se pone de relieve en la oración del profeta Daniel (Daniel 9: 1-19), dicha oración consta de dos partes: a) confesión por los pecados de la nación (vs 4:-16) b) Súplica para obtener el favor divino, tomando como base la misericordia divina y no sus propios méritos. Si Judá regresó a su tierra fue porque se volvió a Dios tal como estaba estipulado en la ley.   



EXILIO Y RETORNO A LA TIERRA EN EL NUEVO TESTAMENTO En los Evangelios sinópticos tenemos el discurso profético de Jesús que dio en el monte del templo (Mateo 24, Marcos 13, Lucas 21) con el fin de responder a estas preguntas hechas por los discípulos: ¿Cuándo serán estas cosas (La destrucción del templo) y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? El discurso abarca y describe acontecimientos que ocurrirían después de su ascensión al cielo y hasta su aparición gloriosa en las nubes. Pero ¿por qué hago esta acotación? Porque si leemos detenidamente el sermón en cuestión, notaremos como Jesús hace mención del sitio y la caída de Jerusalén, de la huida de los cristianos jerosolimitanos de la región de Judea, del exilio de los judíos a todas las naciones y de cómo esos días serían angustiosos, huelga mencionar que todos estos sucesos acontecieron en el año 70 de nuestra era, durante la guerra judía contra Roma (Mateo 24:15-22), después de esos días angustiosos, Jesús menciona el siguiente gran evento: ¡su gloriosa venida! (vs. 29, 30). Ahora bien, si analizamos cuidadosamente el sermón, notaremos una importante y sugerente ausencia: Jesús en NINGUNA parte anuncia un futuro retorno de los judíos a la tierra aun cuando menciona claramente su deportación a las naciones en la versión de Lucas (21:24). Se menciona su exilio, pero NUNCA un futuro retorno a la tierra de la cual fueron arrancados por las legiones romanas y tras ellas la mano de Dios. Ahora bien, si un futuro retorno hubiera estado contemplado en el programa divino para Israel y si él llegaría a ser "el reloj profético de Dios", nos preguntamos ¿no sería extraño que Jesús lo hubiera pasado por alto en un discurso tan importante y con los alcances cronológicos ya mencionados? Añadimos a esto que Pablo siendo quien tanto escribió acerca de la parousia, tampoco dijo algo acerca de un futuro retorno de Israel a la tierra. Para Pablo ya todo estaba cumplido y solo faltaba esperar que Jesús viniera. 

Ahora preguntémonos ¿Qué pecado cometieron los judíos para que fueran exiliados y deportados en esa ocasión? El más fatal de todos: rechazar y matar al mismísimo Unigénito de Dios, de allí que las consecuencias de este terrible acto de incredulidad no tendrían parangón en la historia de la nación  ya que no solo fueron exiliados a otras naciones (Lucas 21:24) como ya había ocurrido en su historia pasada, sino que además de eso la ira de Dios vino sobre ellos al extremo (Lucas 21:22; 1 Tesalonicenses 2:16) y por si esto fuera poco, el reino les fue quitado (Mateo 21:33-46) perdiendo de esta manera su condición de pueblo exclusivo de Dios.

¿CUMPLIDAS LAS CONDICIONES ESCRITURALES PARA EL RETORNO? El silencio de Jesús y los escritores del Nuevo Testamento ante el tema de un hipotético y futuro retorno de judíos a la tierra en los días del fin es muy llamativo y sugerente. Pero hagamos a un lado el silencio del Nuevo Testamento y dirijamos nuestra atención a lo que sí está dicho en la Palabra ¿a qué me refiero? A que las Escrituras veterotestamentarias claramente decían que la condición que Israel debía cumplir para volver de sus exilios era el arrepentimiento y la conversión, pero preguntémonos ¿En qué momento el Israel actual se arrepintió de sus muchos pecados y se volvió a YHVH su Dios creyendo en su Hijo Unigénito? ¿Para cuándo Israel se apoderó de los territorios palestinos había experimentado ya una profunda conversión? ¡Claro que no! Lo que hoy llamamos Israel está conformado por personas que son más ateas,  más rebeldes y más incrédulas que las del Israel histórico que fue dispersado en el primer siglo de nuestra era. Si el Israel del primer siglo era un poco más piadoso que el actual y aun así YHVH los dispersó y castigó con severidad e ira ¿no sería una contradicción que Dios los hiciera regresar a la tierra de la cual fueron sacados siendo peores que sus antepasados y sin cumplir con la única condición para el retorno, es decir la conversión? Si fueron dispersados a todas las naciones  debido a su rechazo a Cristo, cabe preguntar ¿por que los reuniría si siguen rechazando al Mesías? 

¿EL ISRAEL ACTUAL ES UN PROYECTO DE DIOS O DE LOS HOMBRES? Después de este sucinto acercamiento, estamos en condiciones de buscar una respuesta a esta interrogante que tenga como base los cuatro ejes que desde el inicio de este tema delimitaron mi empresa:

1) Si el propósito de YHVH al escoger a Israel como su testigo y ubicarlo en un lugar céntrico en el mundo antiguo era para que las naciones conocieran su ley y su justicia, nos preguntamos ¿El actual Estado de Israel está dando a conocer a YHVH a las naciones su ley y su justicia? La respuesta es NO ¿Quién realiza ahora ese papel de ser testigos? Pues la iglesia (Hechos 1:8) y ahora ya no es como en la época del Antiguo Pacto que las naciones debían ir a Israel, ahora en el Nuevo Pacto, el Nuevo Israel, es decir la iglesia es el que va a las naciones (Mateo 28;19, 20) 

2) Si Abraham mismo vivió en la tierra prometida como extranjero por cuanto veía hacia la ciudad que tiene fundamentos y cuyo arquitecto y constructor es Dios, nos preguntamos ¿por qué insistiría el Señor aún en una franja de tierra en la actualidad siendo que ésta solo fue la sombra de un bien ya revelado?

3) Si el culmen del plan de Dios que inició con la elección de Israel y la entrega de la tierra de Canaán era que todas las familias de la tierra fueran bendecidas en Cristo y que de ese modo el pueblo judío y gentil se hicieran un solo pueblo derribando la pared intermedia de separación (Efesios 2:14), nos preguntamos ¿Qué papel puede jugar el Estado actual y secular de Israel en los planes salvadores de Dios? La respuesta es NINGUNO. Si hace cerca de 2000 años se completó el propósito redentor de Dios en Cristo, nos preguntamos ¿Qué quedó pendiente de Dios para con Israel como nación? Nada, absolutamente nada. 

4) Si la posesión de la tierra, el exilio y el retorno estaban determinados indefectiblemente por la obediencia de Israel a la palabra revelada de YHVH, nos preguntamos ¿Si el Israel actual no está arrepentido de sus pecados, si sus caminos son contrarios a la ley de Dios y encima mantiene abiertamente su rechazo a Jesús y al Evangelio podemos asegurar que hubo una intervención divina para hacer nacer al Estado de Israel en mayo de 1948? Definitivamente no.  

5) Si todo el Nuevo Testamento guarda el más absoluto silencio en cuanto a un futuro retorno judío a la tierra de Palestina, nos preguntamos ¿cómo podemos interpretar ese silencio? La respuesta es: admitiendo que ni Jesús ni sus apóstoles enseñaron que Israel sería restaurado como nación en el tiempo del fin. 

PARA REFLEXIONAR Si la existencia del actual Estado de Israel no aporta nada al propósito divino de tener una nación que fuera su testigo a las naciones de alrededor y que fuera un reino de sacerdotes.

Si la tierra dada al Israel étnico, cuya ubicación estratégica y central tenía el claro propósito de facilitar la revelación del único Dios a las naciones paganas del mundo antiguo, a través de un Israel obediente y fiel y el Israel actual es cualquier cosa menos obediente y fiel.

Si Israel nunca fue el objetivo último y final de YHVH, sino solo un medio para alcanzar a todas las naciones por medio de Jesucristo y este propósito ya se cumplió, se está cumpliendo y se seguirá cumpliendo sin la participación de Israel y hasta hasta la venida del Señor.

Si el único requisito para retornar a la tierra después de la deportación tendría que ser un arrepentimiento sincero y el Israel moderno nunca se ha arrepentido de sus muchos pecados.

Si en ninguna parte del Nuevo Testamento se profetiza que en los días finales habría un retorno a la tierra de los descendientes étnicos de Abraham

Si el Estado de Israel desde su fundación en 1948 no ha cumplido ni cumple con los propósitos y expectativas del Eterno que hemos explorado nos preguntamos una sola cosa ¿Fue una intervención divina la que provocó su nacimiento hace 70 años? 

PALABRAS DE CONCLUSIÓN Estando el actual Israel completamente alejado de los grandes propósitos por los cuales YHVH dio origen al Israel de la Biblia y estando en la misma desobediencia e incredulidad del Israel que fue llevado a la dispersión en el año 70 de nuestra era, nos queda claro que el actual Estado de Israel NO es un proyecto de Dios, sino que es un proyecto del poderosos movimiento sionista que vio la luz en el siglo XIX y que sigue haciendo de las suyas en la actualidad. 

Es la hermenéutica dispensacionalista la que propone algo jamás propuesto en 19 siglos de cristianismo, es decir que Dios tiene dos pueblos: uno terrenal y otro espiritual, Israel e iglesia respectivamente, con programas, planes, promesas y destinos diferentes, esto contradice de frente la enseñanza del Nuevo Testamento que afirma que de ambos pueblos hizo uno solo. Esta enseñanza ha llevado mucha confusión a la iglesia de Cristo, algunos hasta creen que una persona es salva por el simple hecho de ser judía (algunos ni saben la connotación de esa palabra en la actualidad) otros legitiman las masacres perpetradas por Israel a la población gazatí en la Franja de Gaza creyendo ingenuamente (por decir lo menos) que el Dios de la vida está apoyando a Israel en sus conflictos bélicos como si estuviéramos en la época de la conquista en los días de Josué; estas creencias nocivas han llevado a afirmar que la iglesia es solo un paréntesis en los tratos de Dios con Israel echando de esta manera por la borda las grandes enseñanzas del Nuevo Testamento. 

El Estado actual de Israel no es el pueblo de Dios, no es el reloj profético de Dios, no es luz para las naciones, es solo un Estado secular que debería aplicar en sus políticas los grandes principios éticos y de justicia propugnados tantas veces por los profetas del Antiguo Testamento y llevados a su máxima expresión a través del reino de Dios inaugurado por Jesús de Nazareth. Principios que Israel rechazó a lo largo de su historia y también cuando le fueron ofrecidos por el Unigénito de Dios. 

Acá puede empezar a leer la primera parte
Israel, exilio y retorno a la tierra (primera parte)




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