domingo, 20 de mayo de 2018

ISRAEL, EXILIO Y RETORNO A LA TIERRA
(Primera parte)

El 14 de mayo de este año, se celebraron los 70 años del nacimiento del Estado de Israel; para una gran mayoría de cristianos sobre todo evangélicos, dicho acontecimiento fue un milagro divino que puso de manifiesto el poder de Dios y su fidelidad a Israel. Por eso no es extraño el apoyo incondicional e irrestricto que ellos dan a todo lo que haga el Estado de Israel, así como también la devoción de algunos de ellos que en ciertos casos extremos raya en la idolatría.

En esta ocasión me propongo algo muy complejo y a la vez polémico, ya que cuestionaré que el nacimiento del Estado de Israel en 1948 fue una obra divina. Mi acercamiento a este tema estará delimitado por los siguientes hechos de la Escritura: 

a) El propósito de Dios al escoger a la nación de Israel. 

b) Propósito de la entrega de la tierra y la trascendencia espiritual de su significado. 

c) Razones escriturales para el exilio así como para el retorno. 

d) Ausencia total en el Nuevo Testamento de menciones acerca de una futura restauración nacional de Israel en los tiempos del fin. 

En base a este acercamiento propondré una antítesis a la creencia popular del sionismo cristiano. 


EL PROPÓSITO DE DIOS AL ESCOGER A ISRAEL De acuerdo a la historia bíblica, YHVH llamó a un pagano de nombre Abram con el cual concertó un pacto en el que le prometió levantar de él una gran nación, entregarle una porción especifica de tierra a él y a sus descendientes y bendecir a todas las naciones por medio de su simiente. YHVH el único Dios verdadero, quería tener en medio de las naciones de la antigüedad a un pueblo que diera testimonio de su grandeza, de su cercanía al ser humano y de su justicia, ese pueblo sería Israel.

Para que ese propósito divino se hiciera realidad, YHVH debía revelarse a Israel  dándole a conocer su palabra y éste debía vivir de acuerdo a ella para que de esa manera pudiera ser su especial tesoro: «Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra» (Éxodo 19: 5). Además, Israel sería una especie de sacerdote que mediaría entre las naciones sumidas en la idolatría y el Dios santo «Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel» (Éxodo 19: 6 a) El contacto de estas naciones con Israel les mostraría cuan cercano era YHVH a su pueblo y cuan justa era su santa ley.

Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos tal como el Señor mi Dios me ordenó, para que los cumpláis en medio de la tierra en que vais a entrar para poseerla. Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán: “Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.” Porque, ¿qué nación grande hay que tenga un dios tan cerca de ella como está el Señor nuestro Dios siempre que le invocamos? ¿O qué nación grande hay que tenga estatutos y decretos tan justos como toda esta ley que hoy pongo delante de vosotros? (Deuteronomio 4:5-8)

Queda suficientemente demostrado que el objetivo divino era que Israel fuera un testigo de YHVH en medio de aquellos pueblos paganos, por eso les dijo: «Vosotros sois mis testigos —declara el Señor—» (Isaías 43:10) ¿Qué debía hacer Israel para cumplir con su misión para las naciones? Obedecer los estatutos y mandamientos del Señor.

Habiendo mencionado la misión de Israel para las naciones del mundo antiguo, veamos a continuación el tema de la tierra que se les prometió: 

Y el Señor se apareció a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra... (Génesis 12:7ª)

Pues toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre (Génesis 12:15).

...a quienes juraste (Abraham, Isaac y Jacob) por ti mismo, y les dijiste: ...«y toda esta tierra de la cual he hablado, daré a vuestros descendientes, y ellos la heredarán para siempre» (Éxodo 32:13)

No cabe duda que el Señor no solo escogió a una nación para revelarse al mundo pagano antiguo, sino que también les entregó una tierra para que la poseyeran. Pero no terminan allí los propósitos de Dios para Israel, ya que además de lo que ya se mencionó, Él tenía el gran propósito de alcanzar con su salvación a todas las naciones, veamos los siguientes textos:

...y serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Génesis 12:3b)

Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu... Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo (Gálatas 3:14, 16) 

Queda también demostrado que Israel en los planes del Señor, era un medio para revelarse y alcanzar a las naciones vecinas de la antigüedad, pero no solo a ellas, sino a todas las naciones de la tierra, ese objetivo sería solo posible por medio de Jesucristo quien es la única y auténtica simiente de Abraham. Este último y gran propósito en Cristo, estuvo oculto hasta para los mismos profetas de Israel (1 Pedro 1:10-12) pero que en su momento y ya en el Nuevo Pacto el Señor lo reveló a través de sus apóstoles y profetas (Efesios 3:5–7; Colosense 1:26, 27)

PROPÓSITO DE ENTREGA DE LA TIERRA Y SU SIGNIFICADO Como ya lo comprobamos con las Escrituras, la tierra de Canaán era una promesa divina a Abraham y a toda su descendencia ¿Cumplió YHVH esa promesa? Sí, si la cumplió tal como lo afirma el libro de Josué, que huelga mencionar describe la posesión de la tierra de Canaán, dice el texto: «No faltó palabra de todas las buenas promesas que YHVH había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió» (Josué 21:45). Todas las cosas que el Señor hace tienen un propósito, nada hace solo por hacer y esto aplica al tema de la tierra de Palestina en cuanto a su ubicación y su significado: 

a) UBICACIÓN ESTRATÉGICA El plan de Dios al darle a Israel esa franja específica de tierra, tenía como propósito facilitar el contacto de los pueblos antiguos con Israel, ya que por allí se conectaba lo que hoy conocemos como África, Europa y Asia. Esa pequeña franja de tierra estaba en medio de las naciones y por tal razón su ubicación era estratégica:

Así dice el Señor Dios: Esta es Jerusalén; yo la coloqué en el centro de las naciones y de los territorios a su alrededor (Ezequiel 5:5)

Tal era el propósito divino con esa tierra y con el pueblo que la habitaba. Si Israel estaba en el centro no era porque fuera mejor o superior al resto de pueblos, sino porque Dios tenían un claro objetivo al ubicarlo allí. Pero lamentablemente ese deseo divino no se pudo concretar, ya que las naciones en vez de glorificar al Dios de Israel terminaban blasfemando su gran Nombre, debido a la conducta de su nación escogida (Romanos 2:24).  

b) ANTICIPO DE LA CIUDAD ETERNA La tierra que YHVH entregó a Israel prefiguraba un bien mucho más grande. Abraham mismo habitó en ella no como propietario, sino como extranjero porque sabía que el plan de Dios iba más allá que la simple posesión de una porción de tierra.

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios (Hebreos 11:8-10).

En la eterna sabiduría del Señor, la tierra dada a la descendencia de Abraham tenía un claro objetivo en el tiempo y en el espacio ¡La tierra! Ni siquiera Abraham  vivió en ella como si fuera propia. El patriarca miró más allá de la tierra.  

EXILIO Y RETORNO A LA TIERRA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO Desde que Israel era un pueblo nómada en el desierto, empezó a ser advertido por Dios acerca de las consecuencias que sufriría si desobedecía sus mandamientos y una de esas consecuencias sería que YHVH arrojaría a Israel a otras naciones. Leamos estos textos: 

A vosotros, sin embargo, os esparciré entre las naciones y desenvainaré la espada en pos de vosotros, y vuestra tierra será asolada y vuestras ciudades quedarán en ruinas (Levítico 26:33)

Los esparciré entre naciones que no conocieron ni ellos ni sus padres, y enviaré tras ellos la espada hasta aniquilarlos (Jeremías 9:16)

También yo les juré en el desierto que los dispersaría entre las naciones y los esparciría por las tierras, porque no habían cumplido mis decretos, habían desechado mis estatutos y habían profanado mis días de reposo, y tras los ídolos de sus padres se iban sus ojos (Ezequiel 20:23, 24)

Acuérdate ahora de la palabra que ordenaste a tu siervo Moisés, diciendo: “Si sois infieles, yo os dispersaré entre los pueblos (Nehemías 1:8)

La evidencia escritural muestra de manera fehaciente que el exilio y la dispersión serían los castigos a Israel a causa de sus pecados. Ahora preguntémonos ¿qué condición debía cumplir Israel para volver de su cautividad? La Biblia (como siempre) nos da la respuesta y nos dice que el castigo del exilio terminaría con una condición: «que Israel se arrepintiera de sus pecados y que volviera al camino de la obediencia», a continuación unos ejemplos escriturales: 

Y sucederá que cuando todas estas cosas hayan venido sobre ti, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y tú las recuerdes en todas las naciones adonde el Señor tu Dios te haya desterrado, y vuelvas al Señor tu Dios, tú y tus hijos, y le obedezcas] con todo tu corazón y con toda tu alma conforme a todo lo que yo te ordeno hoy, entonces el Señor tu Dios te hará volver de tu cautividad, y tendrá compasión de ti y te recogerá de nuevo de entre todos los pueblos adonde el Señor tu Dios te haya dispersado (Deuteronomio 30: 1-3).

 ... pero si volvéis a mí y guardáis mis mandamientos y los cumplís, aunque vuestros desterrados estén en los confines de los cielos, de allí los recogeré y los traeré al lugar que he escogido para hacer morar allí mi nombre. (Nehemías 1: 9) 

Queda claro entonces que la dispersión sería el castigo por el pecado, pero dicha dispersión terminaría cuando Israel se volviera a su Dios en arrepentimiento.   


Acá puede leer a la segunda parte
Israel, exilio y retorno (segunda parte)

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