jueves, 24 de diciembre de 2020

 

RELATOS DE LA INFANCIA

El suceso más importante para la iglesia en sus inicios fue el de la resurrección de Jesús, ya que a causa de ella, sus seguidores comprendieron con gran claridad que él no era otro profeta, sino el Mesías prometido por las Escrituras. Debido a eso, los apóstoles se concentraron en presentar a Jesús como resucitado de entre los muertos, de allí que fue su resurrección y no su nacimiento, el acontecimiento fundador que dio forma y rumbo a la predicación apostólica. Sin embargo, las comunidades cristianas del primer siglo no se quedaron allí, sino que continuaron reflexionando acerca de la identidad de Jesús y dicha reflexión los llevó a interesarse en Jesús el niño.


HISTORIA TEOLOGIZADA Fue así que aparecieron Los Relatos de la Infancia, escritos solo por Mateo y Lucas y narran lo concerniente a la natividad e infancia de Jesús. Estos relatos no pretenden ser una reconstrucción histórica precisa de los primeros años de aquel niño que se crio en Nazaret, sino una demostración de cómo él desde que era un bebé ya era el Hijo de Dios (Mt. 2:15; Lc. 1:3, 35) el Rey (Mt. 2:2) el Salvador (Mt 1:21; Lc. 2:11) y el Mesías prometido por los profetas (Mt. 1:23; 2:5, 6, 15, 21; Lc. 2:26- 31, 32) Los Relatos de la Infancia aunque tiernos, sencillos y conmovedores son, no obstante, teología de alto nivel.     

DE LA RESURRECCIÓN A LA ETERNIDAD PASADA Una reconstrucción biográfica de la vida de Jesús basada en los Evangelios, seguiría más o menos este orden: natividad, bautismo, ministerio, pasión y resurrección. En cambio, la iglesia en su paulatino proceso de comprensión de la identidad de Jesús empezó en sentido inverso: resurrección, ministerio, natividad e infancia y eternidad. Ese proceso inverso de comprensión puede ser comprobado con solo leer el inicio de cada uno de los cuatro Evangelios. Marcos (70 d.C.) inicia con el bautismo e inicio del ministerio del Señor; Mateo y Lucas (80 d.C.) retroceden unas décadas e inician con su natividad e infancia y Juan el último Evangelio escrito (90 - 95 d.C.) retrocede miles de años hasta la eternidad misma del Verbo de Dios.

LOS RELATOS MARGINADOS Las prédicas y reflexiones basadas en el ministerio terrenal de Jesús abundan (sermones, parábolas, milagros, pasión, resurrección, etc.) pero curiosamente escasean aquellas basadas en Los Relatos de la Infancia ¿Cuántas predicas hemos dado u oído acerca de las genealogías de Jesús, del anuncio a los pastores de su nacimiento, de la adoración de los magos de oriente frente al pesebre, de José, de María, de Elizabeth, del encuentro entre ambas, de Ana, de Simeón, de la masacre de los niños de Belén, del Magníficat de María, del Benedictus de Zacarías? A lo sumo, usamos su texto para demostrar que Jesús no nació en diciembre ¡Qué desperdicio!

UNA NOTICIA ALEGRE De sobra sabemos que Jesús no nació en diciembre; a pesar de ello, hay iglesias que en estas fechas aprovechan para predicar acerca de estos relatos y extraen de los mismos, las maravillosas verdades de la profunda reflexión cristológica de nuestros hermanos del primer siglo. La resurrección de nuestro Señor es una buena noticia digna de alegría, pero no olvidemos que también su natividad lo es ¿Acaso no saltó de alegría en el vientre de su madre, el más grande de los nacidos de mujer cuando oyó la voz de la virgen en cinta? ¿Acaso no fue un ángel quien apareció a unos pastores a las afueras de Belén, el mismo día que nació el divino niño, para decirles que les llevaba una noticia de gran gozo? Los Relatos de la Infancia tienen una riqueza teológica que deberíamos explorar.