sábado, 20 de febrero de 2021

 CATASTROFE EN MASADA

La primera guerra judeo romana tuvo lugar entre los años 66 y 73 d.C. Al inicio los judíos alzados en armas obtuvieron importantes victorias que después fueron eclipsadas por las derrotas que les infligieron las legiones romanas. Después de perder Galilea y Judea quedó un reducto de judíos fanáticos que se refugiaron en Masada («fortaleza» en hebreo).

Masada, estaba ubicada sobre una roca natural a unos 50 metros sobre el nivel del mar, estaba protegida por una muralla de unos 1500 metros de longitud y 4 de ancho y con abundantes reservas de agua y alimentos para resistir muchos días. En esta fortaleza se atrincheraron unos 1000 judíos (no todos combatientes) entre los que según algunos informes, había sicarios que eran un grupo separado de los zelotes y mucho más fanáticos y extremistas que ellos.

La resistencia de los defensores fue heroica pero inútil, ya que cuando los primeros soldados romanos entraron a la fortaleza no hallaron más que 2 mujeres y 5 niños que se habían escondido; el resto se había suicidado como un último acto de desafío contra Roma. Fue así como acabó la rebelión judía que había iniciado 6 años antes. Hoy, casi dos mil años después, dicha resistencia contra el imperio sigue inspirando a muchos, entre ellos, los soldados israelíes que juran que «Masada nunca volverá a caer».

La aplastante derrota judía que empezó en Galilea y que culminó en Masada, no fue otra cosa que la evidencia indubitable del rechazo y el abandono divino de esa nación. De nada sirvió la determinación fanática de los zelotes ni lo inexpugnable de la fortaleza en la que se atrincheraron, de todas maneras sucumbieron, azotados por la implacable ira divina.

Esta historia vista desde la perspectiva del Nuevo Testamento, no es una lección de heroísmo, sino una advertencia a todos aquellos que rechazan al Unigénito de Dios. Ya Jesús lo había anunciado en una de sus parábolas: «Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad» (Mateo 22:7).

 

  

  

 

  

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