DE ATENAS A CORINTO
El libro
de los Hechos de los apóstoles nos relata la llegada del apóstol Pablo a las
ciudades de Atenas y de Corinto (17:16-34; 18:1-11) al leer dichos pasajes nos
encontraremos con muchas enseñanzas, entre las cuales se destaca la capacidad
que Pablo tenía para presentar de manera hábil el mensaje inmutable del
Evangelio. A continuación les mostraré a lo que me refiero.
El Partenón en Atenas |
EN ATENAS
La Atenas a la que llega Pablo es una ciudad que aunque económica y
políticamente decadente, se aferra no obstante a su innegable riqueza cultural.
En ese tiempo (año 50 d.C.) operaban allí «La Academia» (escuela fundada por
Platón), «la Escuela Peripatética» que seguía las enseñanzas de Aristóteles y
los filósofos estoicos y epicúreos (v. 18). A esa Atenas llegó Pablo y en su
célebre discurso en el Areópago se dirige a los atenienses con pasmosa astucia citando
a Epiménides y Arato de Soli (17: 28) (ambos escritores paganos) en lugar de
citar a Moisés o a los profetas. Los atenienses, aunque idólatras, no son
reprendidos abiertamente por el apóstol sino que éste toma un camino diferente,
en el que se identifica con los filósofos epicúreos en su rechazo a los dioses
y aprueba la creencia de los filósofos estoicos en cuanto al parentesco de la
humanidad con EL DIOS NO CONOCIDO. El objetivo era claro: ganar el interés de
los atenienses para luego presentarles a Jesús muerto y resucitado.
EN
CORINTO Después de Atenas Pablo se dirigió inmediatamente a Corinto. Ésta era
una ciudad portuaria y por ende cosmopolita (vivían allí personas de todo el
mundo) cuya población ascendía a más de medio millón de habitantes y que era
conocida por su inmoralidad sexual (1 Corintios 6:9, 10). En Corinto se daban
cita la diversidad cultural y religiosa así como también la enorme brecha entre
los ricos y los pobres. Será en esta gran urbe que Pablo decidirá predicar un
mensaje sencillo y práctico en el que no cabría nada más que Cristo crucificado
(1 Corintios 2:1-4).
La visita
de Pablo a estas dos ciudades se circunscribe dentro de su misión en Grecia
durante su segundo viaje misionero y no es difícil notar, si leemos con
atención, como el apóstol sabe presentar el Evangelio a personas cultas como
los atenienses y a otras no tan cultas como los corintios. Con los primeros
dialogó en el ámbito del saber filosófico pero con los segundos preferirá la
sencillez de palabras. Pero ya sea con los unos o con los otros el propósito
siempre fue el mismo: Presentar el Evangelio de Jesús.
El
quehacer evangelizador de Pablo en Atenas y Corinto nos enseña en primer lugar que
los predicadores debemos conocer el tipo de personas a las cuales nos dirigimos
de modo que con algunos seamos «astutos» (agudeza mental) como serpientes y con
otros «sencillos» como palomas (Mateo 10:16) y en segundo lugar que el mensaje
de la cruz siempre deberá ser el centro de nuestro pregón.
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