jueves, 20 de febrero de 2020


DE ATENAS A CORINTO

El libro de los Hechos de los apóstoles nos relata la llegada del apóstol Pablo a las ciudades de Atenas y de Corinto (17:16-34; 18:1-11) al leer dichos pasajes nos encontraremos con muchas enseñanzas, entre las cuales se destaca la capacidad que Pablo tenía para presentar de manera hábil el mensaje inmutable del Evangelio. A continuación les mostraré a lo que me refiero.  

El Partenón en Atenas
EN ATENAS La Atenas a la que llega Pablo es una ciudad que aunque económica y políticamente decadente, se aferra no obstante a su innegable riqueza cultural. En ese tiempo (año 50 d.C.) operaban allí «La Academia» (escuela fundada por Platón), «la Escuela Peripatética» que seguía las enseñanzas de Aristóteles y los filósofos estoicos y epicúreos (v. 18). A esa Atenas llegó Pablo y en su célebre discurso en el Areópago se dirige a los atenienses con pasmosa astucia citando a Epiménides y Arato de Soli (17: 28) (ambos escritores paganos) en lugar de citar a Moisés o a los profetas. Los atenienses, aunque idólatras, no son reprendidos abiertamente por el apóstol sino que éste toma un camino diferente, en el que se identifica con los filósofos epicúreos en su rechazo a los dioses y aprueba la creencia de los filósofos estoicos en cuanto al parentesco de la humanidad con EL DIOS NO CONOCIDO. El objetivo era claro: ganar el interés de los atenienses para luego presentarles a Jesús muerto y resucitado.

EN CORINTO Después de Atenas Pablo se dirigió inmediatamente a Corinto. Ésta era una ciudad portuaria y por ende cosmopolita (vivían allí personas de todo el mundo) cuya población ascendía a más de medio millón de habitantes y que era conocida por su inmoralidad sexual (1 Corintios 6:9, 10). En Corinto se daban cita la diversidad cultural y religiosa así como también la enorme brecha entre los ricos y los pobres. Será en esta gran urbe que Pablo decidirá predicar un mensaje sencillo y práctico en el que no cabría nada más que Cristo crucificado (1 Corintios 2:1-4).

La visita de Pablo a estas dos ciudades se circunscribe dentro de su misión en Grecia durante su segundo viaje misionero y no es difícil notar, si leemos con atención, como el apóstol sabe presentar el Evangelio a personas cultas como los atenienses y a otras no tan cultas como los corintios. Con los primeros dialogó en el ámbito del saber filosófico pero con los segundos preferirá la sencillez de palabras. Pero ya sea con los unos o con los otros el propósito siempre fue el mismo: Presentar el Evangelio de Jesús.

El quehacer evangelizador de Pablo en Atenas y Corinto nos enseña en primer lugar que los predicadores debemos conocer el tipo de personas a las cuales nos dirigimos de modo que con algunos seamos «astutos» (agudeza mental) como serpientes y con otros «sencillos» como palomas (Mateo 10:16) y en segundo lugar que el mensaje de la cruz siempre deberá ser el centro de nuestro pregón.

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