sábado, 13 de octubre de 2018

GENEALOGÍA HISTÓRICAMENTE IMPRECISA Y GEMATRÍA

«De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce». (Mateo 1:17) 

Si a alguien le preguntaran ¿es verdad la afirmación de Mateo que dice que hay catorce generaciones de Abraham a David y de David a la deportación babilónica? Y ese alguien responde con un categórico NO ¿qué diríamos nosotros? ¿Le acusaríamos de hereje o blasfemo por atreverse a cuestionar los datos bíblicos y por ende la inspiración de dicho pasaje? A lo mejor sí, sobre todo porque como evangélicos no nos caracterizamos por estudiar concienzudamente la Biblia y por emitir juicios apresurados y mordaces contra cualquiera que diga algo que no entendemos. 

Pero bien, volviendo a nuestro personaje anónimo, si él dijera: «no, no es cierta la afirmación de Mateo en cuanto al número de generaciones», a mí no me quedaría otra opción que darle la razón, ya que es correcto, no hay catorce generaciones entre Abraham y David y entre él y la deportación a Babilonia ¿Miente entonces el escritor bíblico? No, claro que no ¿entonces no es inspirado dicho texto porque no tiene la precisión histórica que debe tener todo texto inspirado de la Biblia? Una vez más no ¿cómo resolver este dilema entonces? Simple, la intención de Mateo no es darnos una genealogía de Jesús exacta y precisa, sino que su intención es mostrar como Jesús es el único y autentico rey y Mesías de Israel y para lograr su objetivo usa la gematría. 

Alefato hebreo 

En nuestro idioma usamos ciertos signos para representar los números (1, 2, 3) y usamos otros para representar a las letras (a, b, c). En el idioma hebreo es diferente ya que los números y las letras son representados por los mismos caracteres, es decir al número 1 corresponde la letra “A” al 2 la letra “B” al 3 la letra “C” y así sucesivamente. 

El nombre de David el rey más grande de Israel, tiene al CATORCE como número gemátrico y se forma así: 

La letra “D” (Dálet ד en hebreo) equivale al número 4.

La letra “V” (Vav  ו) equivale al número 6.

Y se repite la “D” que ya dijimos que equivale a cuatro. 

Ahora ya tenemos tres números (4, 6 y 4) que corresponden a las vocales (D, V, D) del nombre David y si sumamos esos tres números nos da un total de 14 (4 + 6 + 4 = 14) Notamos entonces que 14 es el número gemátrico del rey David y es por eso que Mateo, adrede nos presenta a todos los ascendientes de Jesús agrupados en tres grupos de catorce generaciones cada uno con el fin de demostrar que Jesús es el rey prometido a David y el verdadero Mesías de Dios ¿Sabía Mateo que estaba omitiendo generaciones? Claro que sí, lo sabía perfectamente, pero como su propósito no era hacer una reconstrucción genealógica precisa no tiene ningún inconveniente en hacer dichas omisiones. Recordemos además que el Evangelio según Mateo iba dirigido a judíos que entendían bien esto de los números gemátricos. 

He leído sendos escritos de enemigos de nuestra fe poniendo en tela de duda la inspiración de las Escrituras arguyendo que estos “errores” y omisiones en la genealogía de Jesús le restan credibilidad al texto sagrado. Lo que no saben estos “sabios” es que son unos ignorantes que desconocen totalmente estas formas ingeniosas que usaron los escritores sagrados con el fin presentar verdades teológicas. 

¡INSISTO! Debemos tener en cuenta los géneros literarios y los diferentes sentidos en que nos es transmitida la verdad eterna, sino lo tomamos en cuenta, haremos que el texto bíblico diga más de lo que está diciendo en realidad. 

viernes, 12 de octubre de 2018


INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA Y CIENCIA

Galileo Galilei (1564 – 1642 d.C.) fue un astrónomo, filósofo y matemático italiano cuya vida se caracterizó por el constante enfrentamiento entre sus descubrimientos revolucionarios y la “verdad” oficial de la iglesia que castigaba con severidad toda desviación de la ortodoxia.

Las afirmaciones científicas de Galileo aparecieron en un momento histórico muy difícil, ya que la iglesia oficial se había radicalizado en su lucha contra la Reforma protestante iniciada por Lutero en 1517 y también a causa de las disposiciones adoptadas por el Concilio de Trento (1545 – 1563).

Proceso emprendido contra Galileo Galilei por la iglesia católica en 1633
El 21 de diciembre de 1614, en la iglesia florentina de Santa María Novella, Tommaso Caccini quien pertenecía a la orden de los dominicos (Domini Canes, «Los perros del Señor») arremetió duramente en contra de Galileo y sus seguidores. En su arenga, Caccini afirmó que la matemática era un «arte diabólica» que llevaba a conclusiones absurdas y que contradecía afirmaciones bíblicas. Qué afirmaciones? Una de ellas era que el Sol giraba alrededor de la tierra y la prueba fehaciente era este texto:

«Entonces Josué habló al Señor el día en que el Señor entregó a los amorreos delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de Israel: Sol, detente en Gabaón, y tú luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo, y la luna se paró...» (Josué 10:12, 13 a)

¿Qué más prueba se necesitaba? La mismísima Biblia apoyaba el geocentrismo de Aristóteles (s. IV a.C.) y de Ptolomeo (100 - 170 d.C.). El texto bíblico confirmaba que la tierra estaba quieta en el centro del universo y que el Sol y las estrellas giraban alrededor de ella. La Biblia daba el mentís a las desviaciones heliocéntricas de Galileo.

La Luna, la Tierra y el Sol
Ya pasaron 400 años y ahora nos podemos preguntar con libertad ¿Quién tenía la razón? ¿Galileo o la iglesia con su interpretación del texto en cuestión? La respuesta la tenemos todos nosotros. Los hechos de la ciencia que esgrimió Galileo vencieron no a la Biblia, sino a la creencia de la iglesia que sostenía que ese texto contenía afirmaciones científicas.

La Biblia es la Palabra inspirada de Dios y en ella hallamos muchas afirmaciones impresionantes, cuya precisión y fidelidad son confirmadas por la Historia, la Arqueología, la Oceanografía, la Geología, etc. Pero ¡cuidado! Debemos admitir que hay relatos en la Biblia cuyo valor es eminentemente teológico ¿Ha errado la Biblia cuando no coincide con algunos hechos científicos irrefutables? ¡No! Sus autores no erraron, erraron los que le dieron a ciertos pasajes bíblicos un significado y un alcance que van más allá del que le dieron sus autores inspirados.

Recordemos que los escritores bíblicos eran teólogos, no antropólogos, geólogos, fitólogos, historiadores modernos o astrónomos. Si no tenemos en cuenta esto, continuaremos peleando innecesariamente contra ciertos hechos de la ciencia con la misma radicalidad canina de los dominicos en contra de Galileo en el siglo XVII.

Exigir inerrancia científica e histórica a la totalidad del texto sagrado es un error lógico que surge de una concepción imprecisa y errada de la doctrina bíblica de la Inspiración de las Escrituras. 

No es lo mismo contradecir la doctrina de la inspiración de la Biblia (Dios nos libre) que contradecir la manera en que ésta es concebida y enseñada por los hombres.

domingo, 20 de mayo de 2018

ISRAEL, EXILIO Y RETORNO A LA TIERRA
(Segunda parte)

ANTECEDENTE VETEROTESTAMENTARIO El ejemplo más claro de lo que hemos venido hablando lo encontramos en el exilio babilónico, que fue, como dijeron los profetas a causa del pecado de Judá (2 Reyes 25:8-21; 2 Crónicas 36: 11-21; Jeremías 39:8-10; 52:12-30). Fueron 70 años de cautiverio (Jeremías 25:11; Daniel 9:1,2) que tuvieron su fin con el decreto del rey Ciro de Persia (2 Crónicas 36:22, 23; Esdras 1:1-4; 5:13) a quien YHVH llama «mi Mesías» en el Deutero Isaías (45:1). A partir de ese decreto la nación hebrea empezaría un proceso paulatino de restauración en el que participaron grandes hombre de Dios como Sesbasar, Zorobabel, Josué, Esdras, Nehemías y los profetas Hageo y Zacarías. Ese retorno de judíos a su tierra fue una acción divina que operó en el gran Ciro para que éste permitiera que ellos regresaran a la tierra de sus antepasados, pero dicha operación fue posible ya que en la nación se había operado una profunda conversión que se pone de relieve en la oración del profeta Daniel (Daniel 9: 1-19), dicha oración consta de dos partes: a) confesión por los pecados de la nación (vs 4:-16) b) Súplica para obtener el favor divino, tomando como base la misericordia divina y no sus propios méritos. Si Judá regresó a su tierra fue porque se volvió a Dios tal como estaba estipulado en la ley.   



EXILIO Y RETORNO A LA TIERRA EN EL NUEVO TESTAMENTO En los Evangelios sinópticos tenemos el discurso profético de Jesús que dio en el monte del templo (Mateo 24, Marcos 13, Lucas 21) con el fin de responder a estas preguntas hechas por los discípulos: ¿Cuándo serán estas cosas (La destrucción del templo) y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? El discurso abarca y describe acontecimientos que ocurrirían después de su ascensión al cielo y hasta su aparición gloriosa en las nubes. Pero ¿por qué hago esta acotación? Porque si leemos detenidamente el sermón en cuestión, notaremos como Jesús hace mención del sitio y la caída de Jerusalén, de la huida de los cristianos jerosolimitanos de la región de Judea, del exilio de los judíos a todas las naciones y de cómo esos días serían angustiosos, huelga mencionar que todos estos sucesos acontecieron en el año 70 de nuestra era, durante la guerra judía contra Roma (Mateo 24:15-22), después de esos días angustiosos, Jesús menciona el siguiente gran evento: ¡su gloriosa venida! (vs. 29, 30). Ahora bien, si analizamos cuidadosamente el sermón, notaremos una importante y sugerente ausencia: Jesús en NINGUNA parte anuncia un futuro retorno de los judíos a la tierra aun cuando menciona claramente su deportación a las naciones en la versión de Lucas (21:24). Se menciona su exilio, pero NUNCA un futuro retorno a la tierra de la cual fueron arrancados por las legiones romanas y tras ellas la mano de Dios. Ahora bien, si un futuro retorno hubiera estado contemplado en el programa divino para Israel y si él llegaría a ser "el reloj profético de Dios", nos preguntamos ¿no sería extraño que Jesús lo hubiera pasado por alto en un discurso tan importante y con los alcances cronológicos ya mencionados? Añadimos a esto que Pablo siendo quien tanto escribió acerca de la parousia, tampoco dijo algo acerca de un futuro retorno de Israel a la tierra. Para Pablo ya todo estaba cumplido y solo faltaba esperar que Jesús viniera. 

Ahora preguntémonos ¿Qué pecado cometieron los judíos para que fueran exiliados y deportados en esa ocasión? El más fatal de todos: rechazar y matar al mismísimo Unigénito de Dios, de allí que las consecuencias de este terrible acto de incredulidad no tendrían parangón en la historia de la nación  ya que no solo fueron exiliados a otras naciones (Lucas 21:24) como ya había ocurrido en su historia pasada, sino que además de eso la ira de Dios vino sobre ellos al extremo (Lucas 21:22; 1 Tesalonicenses 2:16) y por si esto fuera poco, el reino les fue quitado (Mateo 21:33-46) perdiendo de esta manera su condición de pueblo exclusivo de Dios.

¿CUMPLIDAS LAS CONDICIONES ESCRITURALES PARA EL RETORNO? El silencio de Jesús y los escritores del Nuevo Testamento ante el tema de un hipotético y futuro retorno de judíos a la tierra en los días del fin es muy llamativo y sugerente. Pero hagamos a un lado el silencio del Nuevo Testamento y dirijamos nuestra atención a lo que sí está dicho en la Palabra ¿a qué me refiero? A que las Escrituras veterotestamentarias claramente decían que la condición que Israel debía cumplir para volver de sus exilios era el arrepentimiento y la conversión, pero preguntémonos ¿En qué momento el Israel actual se arrepintió de sus muchos pecados y se volvió a YHVH su Dios creyendo en su Hijo Unigénito? ¿Para cuándo Israel se apoderó de los territorios palestinos había experimentado ya una profunda conversión? ¡Claro que no! Lo que hoy llamamos Israel está conformado por personas que son más ateas,  más rebeldes y más incrédulas que las del Israel histórico que fue dispersado en el primer siglo de nuestra era. Si el Israel del primer siglo era un poco más piadoso que el actual y aun así YHVH los dispersó y castigó con severidad e ira ¿no sería una contradicción que Dios los hiciera regresar a la tierra de la cual fueron sacados siendo peores que sus antepasados y sin cumplir con la única condición para el retorno, es decir la conversión? Si fueron dispersados a todas las naciones  debido a su rechazo a Cristo, cabe preguntar ¿por que los reuniría si siguen rechazando al Mesías? 

¿EL ISRAEL ACTUAL ES UN PROYECTO DE DIOS O DE LOS HOMBRES? Después de este sucinto acercamiento, estamos en condiciones de buscar una respuesta a esta interrogante que tenga como base los cuatro ejes que desde el inicio de este tema delimitaron mi empresa:

1) Si el propósito de YHVH al escoger a Israel como su testigo y ubicarlo en un lugar céntrico en el mundo antiguo era para que las naciones conocieran su ley y su justicia, nos preguntamos ¿El actual Estado de Israel está dando a conocer a YHVH a las naciones su ley y su justicia? La respuesta es NO ¿Quién realiza ahora ese papel de ser testigos? Pues la iglesia (Hechos 1:8) y ahora ya no es como en la época del Antiguo Pacto que las naciones debían ir a Israel, ahora en el Nuevo Pacto, el Nuevo Israel, es decir la iglesia es el que va a las naciones (Mateo 28;19, 20) 

2) Si Abraham mismo vivió en la tierra prometida como extranjero por cuanto veía hacia la ciudad que tiene fundamentos y cuyo arquitecto y constructor es Dios, nos preguntamos ¿por qué insistiría el Señor aún en una franja de tierra en la actualidad siendo que ésta solo fue la sombra de un bien ya revelado?

3) Si el culmen del plan de Dios que inició con la elección de Israel y la entrega de la tierra de Canaán era que todas las familias de la tierra fueran bendecidas en Cristo y que de ese modo el pueblo judío y gentil se hicieran un solo pueblo derribando la pared intermedia de separación (Efesios 2:14), nos preguntamos ¿Qué papel puede jugar el Estado actual y secular de Israel en los planes salvadores de Dios? La respuesta es NINGUNO. Si hace cerca de 2000 años se completó el propósito redentor de Dios en Cristo, nos preguntamos ¿Qué quedó pendiente de Dios para con Israel como nación? Nada, absolutamente nada. 

4) Si la posesión de la tierra, el exilio y el retorno estaban determinados indefectiblemente por la obediencia de Israel a la palabra revelada de YHVH, nos preguntamos ¿Si el Israel actual no está arrepentido de sus pecados, si sus caminos son contrarios a la ley de Dios y encima mantiene abiertamente su rechazo a Jesús y al Evangelio podemos asegurar que hubo una intervención divina para hacer nacer al Estado de Israel en mayo de 1948? Definitivamente no.  

5) Si todo el Nuevo Testamento guarda el más absoluto silencio en cuanto a un futuro retorno judío a la tierra de Palestina, nos preguntamos ¿cómo podemos interpretar ese silencio? La respuesta es: admitiendo que ni Jesús ni sus apóstoles enseñaron que Israel sería restaurado como nación en el tiempo del fin. 

PARA REFLEXIONAR Si la existencia del actual Estado de Israel no aporta nada al propósito divino de tener una nación que fuera su testigo a las naciones de alrededor y que fuera un reino de sacerdotes.

Si la tierra dada al Israel étnico, cuya ubicación estratégica y central tenía el claro propósito de facilitar la revelación del único Dios a las naciones paganas del mundo antiguo, a través de un Israel obediente y fiel y el Israel actual es cualquier cosa menos obediente y fiel.

Si Israel nunca fue el objetivo último y final de YHVH, sino solo un medio para alcanzar a todas las naciones por medio de Jesucristo y este propósito ya se cumplió, se está cumpliendo y se seguirá cumpliendo sin la participación de Israel y hasta hasta la venida del Señor.

Si el único requisito para retornar a la tierra después de la deportación tendría que ser un arrepentimiento sincero y el Israel moderno nunca se ha arrepentido de sus muchos pecados.

Si en ninguna parte del Nuevo Testamento se profetiza que en los días finales habría un retorno a la tierra de los descendientes étnicos de Abraham

Si el Estado de Israel desde su fundación en 1948 no ha cumplido ni cumple con los propósitos y expectativas del Eterno que hemos explorado nos preguntamos una sola cosa ¿Fue una intervención divina la que provocó su nacimiento hace 70 años? 

PALABRAS DE CONCLUSIÓN Estando el actual Israel completamente alejado de los grandes propósitos por los cuales YHVH dio origen al Israel de la Biblia y estando en la misma desobediencia e incredulidad del Israel que fue llevado a la dispersión en el año 70 de nuestra era, nos queda claro que el actual Estado de Israel NO es un proyecto de Dios, sino que es un proyecto del poderosos movimiento sionista que vio la luz en el siglo XIX y que sigue haciendo de las suyas en la actualidad. 

Es la hermenéutica dispensacionalista la que propone algo jamás propuesto en 19 siglos de cristianismo, es decir que Dios tiene dos pueblos: uno terrenal y otro espiritual, Israel e iglesia respectivamente, con programas, planes, promesas y destinos diferentes, esto contradice de frente la enseñanza del Nuevo Testamento que afirma que de ambos pueblos hizo uno solo. Esta enseñanza ha llevado mucha confusión a la iglesia de Cristo, algunos hasta creen que una persona es salva por el simple hecho de ser judía (algunos ni saben la connotación de esa palabra en la actualidad) otros legitiman las masacres perpetradas por Israel a la población gazatí en la Franja de Gaza creyendo ingenuamente (por decir lo menos) que el Dios de la vida está apoyando a Israel en sus conflictos bélicos como si estuviéramos en la época de la conquista en los días de Josué; estas creencias nocivas han llevado a afirmar que la iglesia es solo un paréntesis en los tratos de Dios con Israel echando de esta manera por la borda las grandes enseñanzas del Nuevo Testamento. 

El Estado actual de Israel no es el pueblo de Dios, no es el reloj profético de Dios, no es luz para las naciones, es solo un Estado secular que debería aplicar en sus políticas los grandes principios éticos y de justicia propugnados tantas veces por los profetas del Antiguo Testamento y llevados a su máxima expresión a través del reino de Dios inaugurado por Jesús de Nazareth. Principios que Israel rechazó a lo largo de su historia y también cuando le fueron ofrecidos por el Unigénito de Dios. 

Acá puede empezar a leer la primera parte
Israel, exilio y retorno a la tierra (primera parte)




ISRAEL, EXILIO Y RETORNO A LA TIERRA
(Primera parte)

El 14 de mayo de este año, se celebraron los 70 años del nacimiento del Estado de Israel; para una gran mayoría de cristianos sobre todo evangélicos, dicho acontecimiento fue un milagro divino que puso de manifiesto el poder de Dios y su fidelidad a Israel. Por eso no es extraño el apoyo incondicional e irrestricto que ellos dan a todo lo que haga el Estado de Israel, así como también la devoción de algunos de ellos que en ciertos casos extremos raya en la idolatría.

En esta ocasión me propongo algo muy complejo y a la vez polémico, ya que cuestionaré que el nacimiento del Estado de Israel en 1948 fue una obra divina. Mi acercamiento a este tema estará delimitado por los siguientes hechos de la Escritura: 

a) El propósito de Dios al escoger a la nación de Israel. 

b) Propósito de la entrega de la tierra y la trascendencia espiritual de su significado. 

c) Razones escriturales para el exilio así como para el retorno. 

d) Ausencia total en el Nuevo Testamento de menciones acerca de una futura restauración nacional de Israel en los tiempos del fin. 

En base a este acercamiento propondré una antítesis a la creencia popular del sionismo cristiano. 


EL PROPÓSITO DE DIOS AL ESCOGER A ISRAEL De acuerdo a la historia bíblica, YHVH llamó a un pagano de nombre Abram con el cual concertó un pacto en el que le prometió levantar de él una gran nación, entregarle una porción especifica de tierra a él y a sus descendientes y bendecir a todas las naciones por medio de su simiente. YHVH el único Dios verdadero, quería tener en medio de las naciones de la antigüedad a un pueblo que diera testimonio de su grandeza, de su cercanía al ser humano y de su justicia, ese pueblo sería Israel.

Para que ese propósito divino se hiciera realidad, YHVH debía revelarse a Israel  dándole a conocer su palabra y éste debía vivir de acuerdo a ella para que de esa manera pudiera ser su especial tesoro: «Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra» (Éxodo 19: 5). Además, Israel sería una especie de sacerdote que mediaría entre las naciones sumidas en la idolatría y el Dios santo «Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel» (Éxodo 19: 6 a) El contacto de estas naciones con Israel les mostraría cuan cercano era YHVH a su pueblo y cuan justa era su santa ley.

Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos tal como el Señor mi Dios me ordenó, para que los cumpláis en medio de la tierra en que vais a entrar para poseerla. Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán: “Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.” Porque, ¿qué nación grande hay que tenga un dios tan cerca de ella como está el Señor nuestro Dios siempre que le invocamos? ¿O qué nación grande hay que tenga estatutos y decretos tan justos como toda esta ley que hoy pongo delante de vosotros? (Deuteronomio 4:5-8)

Queda suficientemente demostrado que el objetivo divino era que Israel fuera un testigo de YHVH en medio de aquellos pueblos paganos, por eso les dijo: «Vosotros sois mis testigos —declara el Señor—» (Isaías 43:10) ¿Qué debía hacer Israel para cumplir con su misión para las naciones? Obedecer los estatutos y mandamientos del Señor.

Habiendo mencionado la misión de Israel para las naciones del mundo antiguo, veamos a continuación el tema de la tierra que se les prometió: 

Y el Señor se apareció a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra... (Génesis 12:7ª)

Pues toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre (Génesis 12:15).

...a quienes juraste (Abraham, Isaac y Jacob) por ti mismo, y les dijiste: ...«y toda esta tierra de la cual he hablado, daré a vuestros descendientes, y ellos la heredarán para siempre» (Éxodo 32:13)

No cabe duda que el Señor no solo escogió a una nación para revelarse al mundo pagano antiguo, sino que también les entregó una tierra para que la poseyeran. Pero no terminan allí los propósitos de Dios para Israel, ya que además de lo que ya se mencionó, Él tenía el gran propósito de alcanzar con su salvación a todas las naciones, veamos los siguientes textos:

...y serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Génesis 12:3b)

Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu... Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo (Gálatas 3:14, 16) 

Queda también demostrado que Israel en los planes del Señor, era un medio para revelarse y alcanzar a las naciones vecinas de la antigüedad, pero no solo a ellas, sino a todas las naciones de la tierra, ese objetivo sería solo posible por medio de Jesucristo quien es la única y auténtica simiente de Abraham. Este último y gran propósito en Cristo, estuvo oculto hasta para los mismos profetas de Israel (1 Pedro 1:10-12) pero que en su momento y ya en el Nuevo Pacto el Señor lo reveló a través de sus apóstoles y profetas (Efesios 3:5–7; Colosense 1:26, 27)

PROPÓSITO DE ENTREGA DE LA TIERRA Y SU SIGNIFICADO Como ya lo comprobamos con las Escrituras, la tierra de Canaán era una promesa divina a Abraham y a toda su descendencia ¿Cumplió YHVH esa promesa? Sí, si la cumplió tal como lo afirma el libro de Josué, que huelga mencionar describe la posesión de la tierra de Canaán, dice el texto: «No faltó palabra de todas las buenas promesas que YHVH había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió» (Josué 21:45). Todas las cosas que el Señor hace tienen un propósito, nada hace solo por hacer y esto aplica al tema de la tierra de Palestina en cuanto a su ubicación y su significado: 

a) UBICACIÓN ESTRATÉGICA El plan de Dios al darle a Israel esa franja específica de tierra, tenía como propósito facilitar el contacto de los pueblos antiguos con Israel, ya que por allí se conectaba lo que hoy conocemos como África, Europa y Asia. Esa pequeña franja de tierra estaba en medio de las naciones y por tal razón su ubicación era estratégica:

Así dice el Señor Dios: Esta es Jerusalén; yo la coloqué en el centro de las naciones y de los territorios a su alrededor (Ezequiel 5:5)

Tal era el propósito divino con esa tierra y con el pueblo que la habitaba. Si Israel estaba en el centro no era porque fuera mejor o superior al resto de pueblos, sino porque Dios tenían un claro objetivo al ubicarlo allí. Pero lamentablemente ese deseo divino no se pudo concretar, ya que las naciones en vez de glorificar al Dios de Israel terminaban blasfemando su gran Nombre, debido a la conducta de su nación escogida (Romanos 2:24).  

b) ANTICIPO DE LA CIUDAD ETERNA La tierra que YHVH entregó a Israel prefiguraba un bien mucho más grande. Abraham mismo habitó en ella no como propietario, sino como extranjero porque sabía que el plan de Dios iba más allá que la simple posesión de una porción de tierra.

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios (Hebreos 11:8-10).

En la eterna sabiduría del Señor, la tierra dada a la descendencia de Abraham tenía un claro objetivo en el tiempo y en el espacio ¡La tierra! Ni siquiera Abraham  vivió en ella como si fuera propia. El patriarca miró más allá de la tierra.  

EXILIO Y RETORNO A LA TIERRA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO Desde que Israel era un pueblo nómada en el desierto, empezó a ser advertido por Dios acerca de las consecuencias que sufriría si desobedecía sus mandamientos y una de esas consecuencias sería que YHVH arrojaría a Israel a otras naciones. Leamos estos textos: 

A vosotros, sin embargo, os esparciré entre las naciones y desenvainaré la espada en pos de vosotros, y vuestra tierra será asolada y vuestras ciudades quedarán en ruinas (Levítico 26:33)

Los esparciré entre naciones que no conocieron ni ellos ni sus padres, y enviaré tras ellos la espada hasta aniquilarlos (Jeremías 9:16)

También yo les juré en el desierto que los dispersaría entre las naciones y los esparciría por las tierras, porque no habían cumplido mis decretos, habían desechado mis estatutos y habían profanado mis días de reposo, y tras los ídolos de sus padres se iban sus ojos (Ezequiel 20:23, 24)

Acuérdate ahora de la palabra que ordenaste a tu siervo Moisés, diciendo: “Si sois infieles, yo os dispersaré entre los pueblos (Nehemías 1:8)

La evidencia escritural muestra de manera fehaciente que el exilio y la dispersión serían los castigos a Israel a causa de sus pecados. Ahora preguntémonos ¿qué condición debía cumplir Israel para volver de su cautividad? La Biblia (como siempre) nos da la respuesta y nos dice que el castigo del exilio terminaría con una condición: «que Israel se arrepintiera de sus pecados y que volviera al camino de la obediencia», a continuación unos ejemplos escriturales: 

Y sucederá que cuando todas estas cosas hayan venido sobre ti, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y tú las recuerdes en todas las naciones adonde el Señor tu Dios te haya desterrado, y vuelvas al Señor tu Dios, tú y tus hijos, y le obedezcas] con todo tu corazón y con toda tu alma conforme a todo lo que yo te ordeno hoy, entonces el Señor tu Dios te hará volver de tu cautividad, y tendrá compasión de ti y te recogerá de nuevo de entre todos los pueblos adonde el Señor tu Dios te haya dispersado (Deuteronomio 30: 1-3).

 ... pero si volvéis a mí y guardáis mis mandamientos y los cumplís, aunque vuestros desterrados estén en los confines de los cielos, de allí los recogeré y los traeré al lugar que he escogido para hacer morar allí mi nombre. (Nehemías 1: 9) 

Queda claro entonces que la dispersión sería el castigo por el pecado, pero dicha dispersión terminaría cuando Israel se volviera a su Dios en arrepentimiento.   


Acá puede leer a la segunda parte
Israel, exilio y retorno (segunda parte)

martes, 15 de mayo de 2018

EL PROPÓSITO DE LA EXISTENCIA DE ISRAEL COMO NACIÓN

En la eternidad pasada Dios se propuso salvar a los seres humanos por medio de su Hijo Jesús. Ese propósito no fue revelado de una vez, sino de manera paulatina hasta llegar a su cenit con la encarnación, ministerio, muerte y resurrección de su Unigénito Hijo. El llamado a Abram y la elección de Israel fue parte de ese glorioso plan. 

HIJOS DE UN CALDEO PAGANO
El plan divino empieza a dar sus primeros pasos con el llamado de un caldeo idólatra de nombre Abram (Josué 24:2) YHVH hace un pacto con él y le promete que de sus lomos nacerá una gran nación, que él sería padre de multitudes, que le daría una tierra y que en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra. Esa nación fue Israel a la cual le dio la tierra de Canaán (Génesis 15:1-21; 17:7,8). 
ISRAEL EL TESTIGO Y EL SACERDOTE DE YHVH
YHVH el único Dios verdadero, reveló a Israel su palabra y sus mandamientos para hacerlo su testigo (Isaías 43:10) con el fin de dar a conocer su grandeza y justicia a las naciones de la antigüedad (Deuteronomio 4: 5-8) y convertir a la nación entera en un reino de sacerdotes (Éxodo 19: 6) huelga mencionar que la labor del sacerdote era la de ser un mediador entre Dios y los seres humanos. 

UBICACIÓN ESTRATÉGICA DE CANAÁN
La decisión divina de dar a los descendientes de Abraham una porción específica de tierra no fue arbitraria ni antojadiza, al contrario, el propósito se enmarcaba en ese deseo divino de darse a conocer a las naciones, de allí que la tierra que les dio se encontraba en un lugar estratégico y central en la antigüedad (Ezequiel 5:5) En pocas palabras, Elohim puso a Israel en el centro para que las naciones fueran a él y de esta manera pudieran conocerlo. 

EL FRACASO DE LA NACIÓN
Si algo aprendemos de toda la historia sagrada, es que Israel fracasó en cumplir con los propósitos divinos ya enunciados y especificados  y en vez de eso se prostituyó yendo en pos de dioses falsos e imitando las costumbres paganas de los pueblos que lo rodeaban, provocando de este modo que las naciones circundantes blasfemaran el nombre divino (Romanos 2:24) YHVH trató de corregir el camino de su pueblo enviándole profetas quienes a través de diferentes imágenes y actos proféticos llamaban a la nación a la conversión; pero en lugar de volverse a Dios, terminaron asesinando cruelmente a los mensajeros o persiguiéndolos y por tal motivo la nación fue castigada con severidad en repetidas ocasiones con destrucción, hambre, derrotas y cautiverio. 

DESOBEDIENCIA E INCREDULIDAD Y EXCLUSIÓN
Como ya se mencionó, Israel incumplió con los grandes propósitos divinos que justificaron su existencia como nación y además asesinó a los profetas que denunciaban sus caminos injustos (Mateo 23:37). Pero por si esto fuera poco, terminó cometiendo el más horrendo y execrable de todos sus pecados: asesinó a Jesús el Hijo de su Dios (1 Tesalonicenses 2:15). Ahora bien, si YHVH le cumplió todo, absolutamente todo a Israel (Josué 21:4) y éste en contraste le falló en todo, nos preguntamos ¿tendría sentido que Dios le siguiera considerando su pueblo escogido? ¿Qué haría Dios ante semejante conducta? ¿Se quedaría como si nada solo porque era Israel o actuaria con una severidad sin parangón? Estas preguntas tienen su justa respuesta en algunas parábolas que Jesús contó y que son conocidas como «Parábolas de la reprobación»: La higuera infructuosa (Lucas 13:6-9) Los labradores malvados (Mateo 21:33-41) La fiesta de bodas (Mateo 22:2-14). Será en la parábola de los labradores malvados (perfecta descripción de la historia y la rebelión de Israel) cuando Jesús preguntará ¿qué hará (el Señor de la viña) a aquellos labradores? (v.40) Los fariseos y los ancianos del pueblo le responden: «A los malos destruirá y arrendará su viña a otros que le paguen el fruto a su tiempo» (v.41) Jesús no censura ni corrige tal respuesta, sino que al contrario la acentúa (vs. 42-44) La historia posterior no solo nos muestra que la ira de Dios vino sobre Israel unos 40 años después de contada esta parábola (Mateo 24:15-22; 1 Tesalonicenses 2:16) sino también que la iglesia es «esa gente» a la cual se le daría la responsabilidad de cumplir con lo que Israel no cumplió ¿significa que Dios desechó completamente a Israel al quitarles el reino? ¡Claro que no! Aún la etnia judía está en los planes de Dios pero solo por medio de Jesucristo, los únicos judíos que se salvarán son los que lleguen a formar parte de la iglesia al creer en Cristo (Romanos 9:27; 11:1-6)


¿QUE DEL ESTADO DE ISRAEL ACTUAL?
El Israel étnico fue desechado por no haber cumplido con los propósitos divinos que dieron origen a su existencia, por haber matado a los profetas y por haber asesinado al Hijo de Dios. Ahora preguntémonos ¿el Israel actual está cumpliendo con los objetivos que YHVH tuvo para con el Israel bíblico y que dieron origen y sentido a su existencia? ¿El Israel actual ya se arrepintió de sus pecados? ¿Ya dejó su incredulidad y creyó en Jesús? La respuesta a estas interrogantes es NO. El Israel actual comete los mismos pecados que cometió el Israel étnico a lo largo de la historia, razón por la cual fue desechado. Esto nos lleva a una pregunta adicional ¿Tendría sentido afirmar que el nacimiento del Estado moderno de Israel es un proyecto divino siendo que en muchos aspectos éste es peor que el Israel que fue desechado en el primer siglo de nuestra era? La respuesta es más que obvia ¡Claro! ¿Por qué restauraría a una nación que está en peor condición que la que fue desechada? Además ¿cómo se podría restaurar una nación judía si sus ciudadanos en su mayoría no pertenecen a la etnia judía sino que son descendientes de jázaros, árabes, emigrantes europeos, americanos y hasta africanos? 

MÁS ALLÁ DE ISRAEL Y LA TIERRA DE PALESTINA
Israel nunca fue, ni es, ni nunca será el centro ni el fin último de los planes de Dios. La nación siempre fue un medio para llegar al fin último de Dios: la bendición y la salvación de todas las naciones por medio de Jesús de Nazareth, auténtico heredero de las promesas hechas a Abraham en el pacto (Génesis 12:3; Gálatas 3:16) y en cuanto a la tierra de Canaán, solo fue una representación fiel de algo más grande y pleno: «La ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hebreos 11:8-10) el padre de la fe lo sabía tan bien (más que los cristianos sionistas) que hasta vivió en esa tierra como si fuera un extranjero. El reino de Dios inaugurado por Jesús trascendió para siempre a Israel y se expandió hacia todas las naciones. 

¿SON LOS JUDÍOS EL PUEBLO ESCOGIDO DE ELOHIM?
La enseñanza unánime de todos el Nuevo Testamento es que solo se puede ser parte del pueblo de Dios creyendo en Jesús, de allí que podamos afirmar:

a) El verdadero judío es el que ha sido transformado internamente por el poder del Evangelio (Romanos 2:28,29) 

b) La pertenencia al Israel de Dios no está determinada por la raza, sino por la fe en Cristo (Romanos 9:6,7)  

c) Moisés anunció con siglos de anticipación que todo israelita que no oyere a Jesús sería desarraigado de la nación (Deuteronomio 18:18, 19; Hechos 3:22, 23) 

d) Todo judío incrédulo es al igual que todo gentil incrédulo un hijo del Diablo (Juan 8:44; Apocalipsis 2:9; 3:9) que necesita nacer de nuevo al igual que aquel célebre maestro de Israel llamado Nicodemo (Juan 3:5)





martes, 27 de marzo de 2018

¿ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA O ARREBATAMIENTO EXTÁTICO?

Mientras que “la exégesis” nos lleva a descubrir el verdadero sentido de los pasajes bíblicos “la eiségesis” consiste en poner en ellos nuestras propias ideas. Tal es el caso del siguiente versículo:

Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: SUBE ACÁ, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas (Apocalipsis 4:1) (énfasis mío) 



Cuando muchos leen este versículo, creen (sin tener más opción que lo que aprendieron) que el mismo está haciendo referencia inequívoca al momento exacto cuando la iglesia es arrebatada de la tierra para encontrarse con su Señor en las nubes (1 Tesalonicenses 4: 17). Pero cabe preguntar ¿es eso así? Seguramente no, ya que el texto, su contexto y la totalidad del libro de Apocalipsis impiden asumir como cierta dicha interpretación. 

Lo que Juan el profeta de Patmos está describiendo, es el arrebato extático que vivió para recibir la revelación de Jesucristo. Él no subió físicamente a ninguna parte, ya que sus pies en ningún momento dejaron de pisar el suelo de la isla de Patmos. Por eso es que el versículo siguiente dice: 

Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado (v.2)

Estando ya en el Espíritu, Jesús resucitado le revelará el curso de la historia de la iglesia hasta el triunfo final y definitivo del reino de Dios sobre los reinos de este mundo. 

Este tipo de frases no son ajenas en la literatura apocalíptica judía, por ejemplo hallamos una similar en un libro apócrifo llamado «EL TESTAMENTO DE LOS DOCE PATRIARCAS» (s. II a.C) que dice:

El ángel me abrió entonces las puertas del cielo y vi el templo santo y al Altísimo sobre un trono de gloria (Levi 5:1)

La frase «PUERTA ABIERTA EN EL CIELO» significa que se está a punto de acceder a un conocimiento y a una comprensión profunda del mundo mediante una revelación divina.

CONCLUSIÓN Cuando estudiemos un pasaje de la Biblia esforcémonos por descubrir su verdadero sentido y significado. De lo contrario, cometeremos el error de hacer que la Biblia diga lo que nosotros creemos o lo que queremos.

DICEBAMUS HESTERNA DIE

Una mañana de 1577, el religioso agustino fray Luis de León entraba en la Universidad de Salamanca para dar su clase. Era el profesor de Teología, y una verdadera multitud lo aguardaba en el aula para escucharlo. El fraile acababa de salir de la cárcel, luego de pasar cinco años encerrado, solo, y en condiciones muy duras, en la prisión de Valladolid, acusado por la Inquisición de haber traducido al castellano un libro bíblico: «el Cantar de los Cantares», lo cual estaba prohibido, ya que la Biblia sólo podía leerse en latín. Ahora, finalmente absuelto, volvía triunfante para retomar la cátedra. Fray Luis subió lentamente al estrado, seguido por la ansiosa mirada de los alumnos que se disponían a oír el desquite preparado contra sus adversarios. Entonces, con voz serena y moderada, empezó: «Dicebamus hesterna die...» (Decíamos ayer) Y ante el asombro de los presentes, retomó la misma lección que cinco años atrás había interrumpido al ser encarcelado, como si todo este tiempo en la prisión no hubiera hecho mella en su ánimo.

(Tomado del libro enigmas de la Biblia) 

Fray Luis de León
De esta historia aprendemos tres lecciones:

A) VALIENTE Las convicciones de Luis de León eran tan sólidas que no fue disuadido por las disposiciones y prohibiciones del Concilio de Trento (1545 – 1563 d.C.) de usar exclusivamente la Vulgata Latina (Biblia en latín) y de no traducir la Biblia a la lengua del pueblo. 

B) INQUEBRANTABLE Los cinco años de solitaria y durísima reclusión no quebraron su espíritu ni sus convicciones, ya que éstas continuaban tan firmes como antes.

C) SIN RENCORES Luis de León estuvo preso a causa de las denuncias de un teólogo español de nombre León de Castro. De allí que al salir de prisión y al retomar su cátedra muchos esperaban que sus primeras palabras fueran de desquite, pero no, no fue así.

Aula de Fray Luis de León en las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca


CONCLUSIÓN No permitamos que las disposiciones humanas o las críticas de los intolerantes nos muevan de nuestras convicciones. Al contrario, permanezcamos firmes y sin fluctuar, manteniendo nuestros corazones libres de rencores y sin raíces de amargura para no apartarnos del Dios vivo.