viernes, 13 de enero de 2017

REPLANTEANDO NUESTRO CONCEPTO DE INSPIRACIÓN DE LAS ESCRITURAS 

Sabemos y confesamos con fe inflexible que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Pero no siempre tenemos una idea clara acerca del alcance o las implicaciones de esa confesión de fe. Para muchos, el texto bíblico completo es el resultado de una revelación sobrenatural del Espíritu Santo a sus autores. Sin embargo, leyendo la Biblia de una manera más amplia y detallada, notaremos que algunos de sus textos o relatos provienen de fuentes del entorno cultural de los escritores sagrados.


A continuación expongo algunos de esos pasajes:

“Porque linaje suyo somos” (Hechos 17:28) tomado de un poema llamado “ta phainomena” escrito por un poeta griego llamado Arato de Soli  (315 - 240 a.C.)

“En él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28) tomado de un himno al dios griego Zeus, escrito por Cleantes de Asos  (300 – 220 a.C.) un filósofo de la escuela estoica.

“Las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15: 33)  Menandro (342 – 291 a.C.) máximo exponente de la Comedia Nueva helenista.

“De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, el Señor viene con decenas de millares de sus santos”  (Judas 1:14) tomado del libro apócrifo judío “El libro de Enoc” aprox. s. III o II a.C.

“Pero cuando el arcángel Miguel luchaba con el diablo disputándole el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: el Señor te reprenda” (Judas 1:9) tomado del libro apócrifo judío “La asunción de Moisés” aprox. s. I a.C. 

También en el Antiguo Testamento podemos mencionar las siguientes fuentes literarias, no canónicas (hoy extraviadas): 

  • Libro de las batallas de YHVH (Números 21:14,15)  
  • Libro de Yaser (Josué 10:13; 2 Samuel 1:18) 
  • Libro de los hechos de Salomón (1 Reyes 11:41) entre otros.  

Por razones de enfoque omitiré la mención de algunos relatos bíblicos que tienen antecedentes en la literatura antigua, como por ejemplo el relato del Diluvio. 

¿Estos hechos innegables deberán disminuir nuestra fe en el Libro de Dios? ¿Deberemos pensar como piensan los escépticos y adversarios de nuestra fe que la Biblia es un plagio literario de culturas antiguas? La respuesta a estas dos preguntas es un categórico ¡NO! ¡Pero! no obstante, necesitamos replantear nuestra manera de entender la doctrina de la Inspiración de las Escrituras  y abandonar esa idea etérea, infantil e ingenua que nos llevaba a pensar que Dios estaba casi susurrando al oído de sus siervos las cosas que debían escribir. Este replanteamiento o redefinición de nuestro modo de entender la inspiración nos debe llevar a reconocer el amplio bagaje literario y cultural de los autores de cada uno de los 66 libros de la Biblia, así como su enorme capacidad para encontrar en ese mundo literario extrabíblico y "pagano" principios, enseñanzas y afirmaciones que les podían ser de mucha utilidad para lograr los objetivos teológicos que expondrían en sus escritos. 

Esto en lugar de socavar nuestra fe en la inspiración de las Escrituras debería de ampliarla y fortalecerla. Ya que nos muestra de modo fehaciente cómo el libro de Dios hunde sus raíces en la historia de la humanidad, pero sin dejar de ser la Palabra inspirada de Dios para nosotros los seres humanos. 

¡Recordemos! La Biblia es tanto humana como divina. Humana por cuanto fue escrita por seres humanos que dejaron en ella su impronta personal, y divina por cuanto fue el Espíritu Santo quien los guió para que escribieran lo que Él quiso que se escribiera.

Inspiración no es sinónimo de originalidad


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