domingo, 8 de enero de 2017

LO QUE IGNORO Y DESCONOZCO

Desde que me convertí me gustó el estudio de la Biblia, hubo una época en la que debido a mi economía no podía adquirir literatura, así que lo que hacía era prestar libros. Una vez me prestaron el tomo I de la Teología sistemática de J. Oliver Buswell, Jr. En ella el autor recomendaba la Teología sistemática de Charles Hodge (foto adjunta), y desde entonces anhelaba tenerla (solo por curiosidad lo admito). Poco tiempo después y siendo aún supervisor de sector, mi pastor de zona la puso en mis manos, haciendo mi deseo una realidad. Cuando empecé a leerla encontré un gran obstáculo y era que no entendía prácticamente nada, ya que en la misma había términos teológicos y filosóficos que jamás había oído o nombres de pensadores y teólogos que para nada conocía.



¡Que sabía yo de las palabras “a priori” o “a posteriori”! Cuando leía las frases: argumento ontológico o teleológico, Creación ex nihilo, escuela jónica; o las palabras: montanismo, soteriología, panteísmo, epicureísmo, estoicismo, yo me preguntaba con una gran dosis de frustración ¿Qué significan? Y cuando nombraba a pensadores o teólogos como: Schleiermacher, Kant, Descartes o Tomas de Aquino me quedaba en la Luna. Llegué a una conclusión: aún no estoy preparado para este tipo de literatura; así que ya no insiste en leerla. ¡Pero! Mi retiro no fue definitivo, al contrario me dije a mi mismo “Algún día la entenderé”, y así continúe en mi esfuerzo de investigación y de aprendizaje. Con el correr del tiempo llegué a un punto en el que me di cuenta que al leer el libro en cuestión ya no tenía los problemas de comprensión que antes tenía, ya que los términos, frases y nombres  que antes no entendía ahora me eran familiares. Hoy cuando leo dicho tomo no me es tan difícil entender su contenido (conseguí incluso el tomo II) a pesar que se escribió hace 145 años en Europa y trata las grandes controversias doctrinales y teológicas del viejo continente en el siglo XIX. 
De esta manera fue como enfrenté (y aún enfrento) lo que ignoro y desconozco. 

Dos recomendaciones les doy partiendo de esta experiencia personal:

  1. No pongan de excusa la escases económica para adquirir buen material, pueden ahorrar o hasta conseguir buenos textos en formato PDF y si les prestan literatura, entonces cuídenla.  
  2. Cuando no entiendan algo no se frustren, no estrechen sus posibilidades de aprendizaje arguyendo que el conocimiento es inútil, ni tampoco renuncien ante los obstáculos que hallarán. Al contrario, vean en esos obstáculos una magnífica oportunidad para aprender y crecer. 


UNA ACLARACIÓN NECESARIA

No estoy diciendo que todos deben ser eruditos, grandes teólogos o que deben tener un vastísimo conocimiento bíblico y filosófico ¡NO, claro que NO! Mi propósito al contarles mi experiencia personal es que de ella tomen los insumos que ustedes consideren necesarios y convenientes para aplicarlos a su vida personal. 

¡Recuerden! Los limites los hacen ustedes mismos. 

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