jueves, 27 de octubre de 2016

¿CAMBIO EL MENSAJE EL PROFETA EZEQUIEL?
DE LOS LAMENTOS, LOS GEMIDOS Y LAS AMENAZAS AL CONSUELO

Con cierta frecuencia sabemos de creyentes inconformes que al oír predicas con cuyo contenido no están familiarizados tienden a decir “Han cambiado el mensaje”, “el modernismo ha llegado a nuestros púlpitos” o hasta quizá “Ya no se predica el puro Evangelio”. En muchas ocasiones las personas tienen razón en sus señalamientos, pero debemos reconocer que habrá otras ocasiones en que esas acusaciones son injustificadas, ya que son más una percepción personal del cristiano que las emite. Nuestra prédica como iglesia deberá estar basada en la totalidad del texto de la Biblia, en él encontramos la voluntad de Dios para todas las áreas de la vida humana tanto en el ámbito espiritual, económico o social. Nuestra realidad es cambiante, eso significa que de la totalidad del texto bíblico debemos buscar aquellas verdades que son pertinentes y oportunas para nuestra generación, para nuestros pueblos y ciudades. Esto implicará que algunas veces se enfatizarán más algunos temas bíblicos en detrimento de otros que son de nuestra predilección.

Ezequiel el sacerdote y profeta en Babilonia es un ejemplo de lo que acabo de mencionar.

Ezequiel fue un sacerdote que fue deportado de Judá a Babilonia cuando tenía unos 25 años de edad (año 597 a. C.) unos cinco años después, y en calidad de cautivo, Ezequiel es llamado por el Señor para convertirse en su vocero entre los judíos que al igual que él habían sido deportados (Ezequiel 1:1 - 3:15.) Estos israelitas exiliados no solo tenían la esperanza de regresar pronto a su tierra, sino también que sus hermanos que aún vivían en Judá resistieran el asedio de las tropas del rey Nabucodonosor y las derrotaran. Si eso ocurría, los deportados podrían regresar a la amada tierra de la cual habían sido arrancados. En apariencia las cosas no se veían del todo mal, ya que Jerusalén seguía resistiendo, el Templo en el cual vivía YHVH su Dios aún estaba en pie, y los muros de la gran ciudad permanecían incólumes ante los invasores.


La deportación a Babilonia fue un castigo divino a causa de la continua desobediencia de Israel. La estadía de la nación hebrea en esas lejanas tierras sería de 70 años como lo había profetizado Jeremías (Jeremías 25:11,12.) En pocas palabras, las esperanzas judías de un retorno a corto plazo eran vanas. Por tal motivo cuando Dios llama a Ezequiel, le da un rollo escrito en la parte frontal y trasera, que contenía solo malas noticias para los cautivos (lamentos, gemidos y amenazas) (Ezequiel 2:9) A partir de ese momento, el ahora profeta se dedicará tesoneramente a dar malas noticias y a amenazar a sus compañeros de cautividad con el fin eliminar sus falsas esperanzas.

Unos once años después (año 586 a.C.) ocurrió algo que cambió radicalmente el enfoque de los anuncios del profeta. Jerusalén finalmente sucumbió ante el poderío babilónico (Ezequiel 33:21) el Templo fue arrasado completamente, los muros de la ciudad fueron derribados y sus puertas incendiadas ¿Y ahora donde quedaban la fe y las esperanzas de los judíos cautivos? ¡Se derrumbaron! ¿Debía Ezequiel seguir anunciando lo que hasta ese momento había anunciado? Seguramente ya no.

La caída de Jerusalén fue el punto de inflexión en el ministerio de Ezequiel, ya que partiendo de dicho suceso el enfoque de las palabras del profeta dejo de ser endechas, lamentaciones y ayes para convertirse en un mensaje de esperanza ¿Cambio el mensaje Ezequiel? La respuesta es Sí ¿No fue eso un abandonó del mensaje originalmente dado al profeta? ¡Pues NO! Ya que ahora la situación de la nación, así como el estado de sus corazones era diferente. Y por tal motivo el mensaje dado por el profeta hasta ese momento ya no era el pertinente ni el adecuado. Seguir insistiendo con los lamentos, gemidos y amenazas ya no tenía sentido; ahora la nación estaba justo donde Dios la quería y por tal razón Ezequiel ahora empieza a consolar y a animar a ese pueblo herido y derrotado. El enfoque del mensaje cambió porque ahora la situación era muy distinta a la vivida por el pueblo cuando Ezequiel recibió el rollo lleno que contenía malas nuevas.

El mensaje de la iglesia debe estar basado enteramente en la Biblia la palabra de Dios. Nuestro mensaje no debe estar determinado por lo que la gente quiere escuchar, ni tampoco por el recuerdo idealizado de épocas pasadas. Para cumplir nuestro rol profético como iglesia es imperativo que no solo conozcamos e interpretemos bien la Palabra de verdad, sino que también conozcamos e interpretemos correctamente la realidad que vive nuestra nación. Esa clase de conocimiento nos llevará a extraer de la basta riqueza de la Escritura, temas y enfoques que no serán del agrado de la iglesia misma. Pero eso no deberá importarnos ya que nuestro compromiso es con el que nos llamó.

El mensaje de la cruz, del arrepentimiento, de la fe en Cristo para ser salvos NUNCA deberá estar ausente de nuestros púlpitos, pero debemos saber que Dios tiene también mucho más que decir a nuestro generación. Hablar acerca del reino de Dios (aquí y ahora), de la justicia, de la solidaridad, de la paz, del cuido de la creación, etc. es indispensable hoy día.

Del ministerio de Ezequiel aprendemos que la realidad cambiante que viven las personas a las cuales predicamos requiere de un mensaje que se ajuste a esa nueva realidad. No hablo de diluir o adulterar la Palabra, sino de hacerla actual, pertinente y oportuna.


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