miércoles, 19 de octubre de 2016

EL REINO EN EXPANSIÓN 

¿A qué se parece el reino de Dios? —continuó Jesús—. ¿Con qué voy a compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció hasta convertirse en un árbol, y las aves anidaron en sus ramas. Volvió a decir: ¿Con qué voy a comparar el reino de Dios? Es como la levadura que una mujer tomó y mezcló con una gran cantidad[a] de harina, hasta que fermentó toda la masa. (Lucas 13:18-21)

Cuando Jesús empezó su ministerio se dedicó apasionadamente a anunciar a la gente que el reino de Dios ya había venido y que ya estaba presente entre aquellas personas marginadas, pobres y vulnerables de Galilea. Jesús no ve el reino de Dios como algo lejano, sino que lo veía actuar en el aquí y en el ahora. A través de su milagros lo hacía presente y a través de sus parábolas lo explicaba de manera práctica a aquellos galileos sencillos que acogían con alegría sus enseñanzas, pero que no obstante les era difícil entender cómo era posible que el reino ya estuviera presente y actuando entre ellos. La razón de esa dificultad era que ellos habían aprendido que cuando el reino de Dios se manifestara sería algo espectacular, poderoso, violento y cataclísmico. Por tal razón Jesús tuvo que enseñarles a captar la presencia salvadora de Dios de otra manera, y a través de las parábola de la semilla de mostaza y de la levadura Jesús nos sugiere que para entender el actuar divino a través de su reino, es indispensable cambiar nuestras creencias y ver más allá de lo que es evidente a los ojos. 



COMO UNA SEMILLA DE MOSTAZA

 Cuando Jesús ilustra la manera en como Dios obra a través de su reino no usa figuras que representan cosas grandes como una montaña o como un Cedro imponente, al contrario él utiliza como ejemplo la semilla de mostaza, considerada como la más pequeña de todas; aunque no es más grande que la cabeza de un alfiler, con el tiempo se convierte en un arbusto de tres o cuatro metros cuyas ramas dan cobijo a pequeñas bandas de jilgueros en los atardeceres del mes de Abril. El grano de mostaza aunque pequeño al ser sembrado empieza a crecer, a crecer y a crecer sin que nadie lo note y su crecimiento es tal que da refugio a las aves. Así se expande el reino de Dios.

COMO LA LEVADURA** 

En el lenguaje bíblico el término “levadura” era usado generalmente de forma negativa ya que era considerada como símbolo y metáfora de la fuerza que tiene el mal para corromperlo todo*** por tal motivo es casi seguro que algunas personas se escandalizaron al oír a Jesús representando el reino de Dios a través de la figura de la levadura. Resulta llamativo que el Maestro cuando ilustraba el reino de Dios no lo hacía solo echando mano de actividades que en aquella cultura eran propias de los hombres (la pesca, la agricultura, etc.) sino que también recurría a imágenes de actividades que en aquella época se consideraban exclusivamente femeninas (barrer la casa, remendar la ropa, etc.) en esta ocasión se nos presenta a una mujer que toma un poco de levadura y la introduce en tres medidas de harina **** con el fin de fermentarla. Una vez la levadura tenía contacto con la masa empezaba a fermentarla poco a poco, este proceso no era evidente ya que la levadura empezaba desde adentro a leudarlo todo, era un proceso relativamente lento, imperceptible pero que no se detenía una vez empezado. Así se expande el reino de Dios.

 PROMOTORES DEL REINO 

Estas parábolas son relevantes para nosotros hoy, ya que viviendo en una sociedad golpeada por la violencia y cansada de la corrupción y la injusticia, tenemos la tendencia a esperar intervenciones divinas inmediatas y evidentes, que vengan a cambiar todo casi de un solo golpe. Pero a través de estas parábolas Jesús nos sugiere que no seamos tan cortos de visión y que replanteemos nuestras expectativas con respecto a lo que esperamos de Dios. El reino no es como un meteorito que cae inminentemente del cielo y que destruye de golpe la maldad y revierte de una vez las condiciones de injusticia imperantes; realmente es todo lo contrario; el reino de Dios es como una semillita de mostaza que crece de manera humilde, imperceptible y modesta en la tierra, es como un poco de levadura que empieza desde adentro y sin que nadie lo note leuda la masa. ¿Como podemos convertirnos en promotores del reino? Empezando por hacer cosas “pequeñas” en nuestra casa, vecindario, colegio, trabajo, etc. podemos empezar a promover la justicia, la igualdad, la solidaridad y la equidad entre otras cosas. No importa que parezca poco, pero si empezamos a promover el reino de Dios ese esfuerzo crecerá y crecerá sin que haya nada que lo detenga hasta cumplir la voluntad del Señor. Así es el reino de Dios.

¡Busquemos el reino de Dios y su justicia!

* El reino de Dios es en pocas palabras el cumplimiento de la voluntad de Dios en cada ser humano, en cada comunidad, en la naturaleza y en las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas.      

** La levadura es una sustancia agria que se agrega a la masa del pan para leudarla  

 *** Cuando los israelitas salieron de Egipto se les prohibió el uso de la levadura (Ex. 12:8-20; 13:7) también se prohibía su uso en las ofrendas (Lv 2:2,4,5,11) En el Nuevo Testamento se mantiene el uso negativo de la palabra levadura (Mt. 16:5-12; Lc. 12:1; 1 de Co. 5:6-8; Gl. 5:9)               

**** Ninguna mujer pobre de galilea preparaba para su casa una cantidad tan grande de masa para ser fermentada por la levadura (con esa cantidad se hubiera podido alimentar a 150 personas) Probablemente lo que Jesús quiso ilustrar a través de esta exageración era el banquete abundante y generoso en la fiesta final en el reino de Dios. También hay una referencia a “tres medidas de harina” en Génesis 18:6, en ese pasaje Abraham se está preparando para una manifestación divina)

1 comentario:

  1. Muy Interesante, todos debemos ser promotores del Reino de Dios, al hacer como usted dice, cosas que parezcan a simple vista muy sencillas, en favor de los demas, los necesitados, los sedientos de consuelo, los inconversos, etc. a la larga hacen una gran diferencia en relación a la manera de vivir, muchas veces hipócrita del religioso y nos convertimos en participantes del Reino de Dios en la tierra.

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